– Por favor – minho mantenía la cabeza gacha sobre el hombro de jisung.
Él menor se mantenía inmóvil.
– Por favor, quédate conmigo, necesito que te quedes a mi lado aún sabiendo que soy un monstruo – rogó.
Jisung se separó del pelinegro y observo sus ojos oscuros que brillaban por sus cristalinas lágrimas. Minho sentía su corazón sobre su garganta, temía que huyera, pero tampoco lo culparía de ello.
El menor sonrió, volvió a unir sus labios en un tierno y reconfortante beso.
Quizás sería una mala idea, pero no podría arrepentirse de esa decisión y tal vez esa sería la única manera de olvidar por completo a Jaemin, hundiéndose en los brazos de su peligroso amante.
– Me quedaré contigo, minho.
Una sonrisa jamás antes apreciada por los ojos de ningún ser humano se dibujó en el rostro del mayor. Incluso cuando los dos sabían que era una locura, se quedó.
– Prometo que cuidaré de ti.
Así volvieron a unir sus labios en salvajes he sinceros besos. Jisung estaba conciente de que minho le atraía, pero el pelinegro no sentía igual, porque él lo amaba.
– Desde ahora eres oficialmente mío, han jisung, ¿has entendido?
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Jisung se encontraba parado tras la gran puerta gris, sostenía unos pastelillos de chocolate y también una soda. No sabía que decir una ves la puerta se abriera.
La puerta se abrió dejando ver a un muy golpeado taehyung tras de ella. Su ojo estaba hinchado, su nariz repleta de algodón y su labio ligeramente roto.
– Jisung – sonrío.
El castaño se sentía avergonzado, por su culpa o más bien la de minho, se encontraba en ese estado. Aún sabiendo que él no había hecho nada malo.
– Lo siento demasiado taehyung – hizo una reverencia mientras elevaba sus manos dejando ver la comida que traía.
– ¿Son para mi? – preguntó taehyung, a lo que jisung asintió de inmediato.
Taehyung sonrió agradecido.
– No tenías porque – se hizo aún lado – entra y nos los comemos juntos.
Jisung miró a su alrededor; no había nadie allí. Si minho no se enteraba, nada malo podría pasar. O eso quería creer.
Entro observando la habitación que se encontraba perfectamente ordenada, siguió a taehyung al sofá y se sentaron tranquilamente en él.
– Tu rostro – murmuró jisung – de verdad lo siento – lo miro triste.
– No importa jisung, por lo menos te sirvió para darte cuenta que él no es para ti – le entregó un pastelito.
