𝟎𝟒𝟑

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- ¿Qué haces aquí? - preguntó mientras se levantaba asustado.

Jeongin lo miró preocupado.

- Tu cabello - dijo tomando a jisung de la muñeca y arrastrándolo a los pasillos, que casualmente se encontraban vacíos.

- ¡Sueltame! - gritó el peliazul.

- Ellos me dijeron qué pasaría, no quiero matarte - comenzó a reír - tienes que perdonarnos - no le digas a nadie shh - jeongin cubrió la boca de jisung - esa noche, yo estaba allí y ellos entraron, ellos te violaron - gritó - mi cabeza, vienen por mi, vienen por ti, ¡corre! - gritó lanzando a jisung fuertemente al piso, logrando que este golpeara su cabeza con la fria pared de concreto y sus quemaduras se activaran. Pasaron unos minutos y unos fuertes brazos lo levantaron, pero su cuerpo no reaccionaba como debería, no podía abrir sus ojos, su cabeza dolía, el ardor recorría desde sus orejas hasta sus cejas y luego, nada, no sentía nada.

Minho acariciaba dulcemente el rostro de su amado quien se encontraba dormido sobre su cama, no entendía porque jisung estaba en medio del pasillo medio inconsciente y eso le preocupaba, cualquiera pudo haberlo llevado y hacerle quien sabe qué. El pelinegro se enojo con tan solo pensarlo, esos inútiles.

- ¿Cómo se te ocurre desmayarte ante la vista de todos niño tonto? - susurró frustrado mientras arrugaba su frente.

Minho se alejó del cuerpo del menor para dirigirse a la cocina, observó su cabello azul y frunció el seño, ¿acaso es un puto niño?, el pelinegro rodó los ojos he intento calmarse, porque sí, jisung era un niño, un adolecente y eso le enfermaba. Se veía hermoso y eso atraería más la atención de los demás, tenía miedo.

- Porque tuve que enamorarme de un niñato - se quejó mientras abría uno de sus cajones privados, tomó una bolsa trasparente de él y la puso sobre el mesón de esta, sonrió alegremente al ver la sustancia perfectamente blanca sobre ella, la alineó en perfectas líneas para luego inalarlas sin temor alguno.

Pudo sentir el placer entrando a su cuerpo de forma violenta y rápida, comenzó a sentir su rostro arder por la sensación, obligándolo a quitarse la camiseta de manera desesperada. Se sentía dañino y eso era lo que más le gustaba al mayor. Minho nunca perdía completamente la conciencia cuando se drogaba, se hecho se sentía mucho más alerta, al menos que el mismo quisiera tumbarse a dormir. Unos golpes en la puerta lo hicieron enfadar y se dirigió de inmediato a abrirla violentamente.

Tras ella estaba hyunjin, que al ver al pelinegro sin camisa y la nariz levemente roja, pudo imaginar lo que hacía. Minho rodó los ojos y lo dejo entrar enseguida.

- ¿Qué mierda quieres? - alzó la voz desesperado, sin importar que jisung se encontrara durmiendo en esos momentos.

- Vengo a buscar las "inyecciones", los jefes superiores las están pidiendo para los prostitutos - soltó hyunjin.

- ¡Esos desgraciados! - gritó dirigiéndose al mismo gabinete del que había tomado la heroína. Puso sobre la gran mesa los 5 paquetes repleto de las inyecciones milagrosas para los prostitutos. Minho odiaba venderles a esos malditos enfermos, pero no tenía otra opción.

Hyunjin dirigió la vista hacia el pequeño y durmiente peliazul, se sorprendió porque no había notado su presencia. Minho al notar que su mirada estaba posada en su menor sintió su sangre arder.

- ¿Que mierda vez? - preguntó enojado, provocando que hyunjin se molestara, odiaba cuando el mayor se comportaba como un verdadero idiota.

- A jisung - dijo tomando los paquetes - ese color le queda - sonrió burlesco.

Minho lo tomo del cuello.

- ¿Qué acabas de decir?- escupió.

El menor, ya acostumbrado a estos tratos, rodó los ojos resignado.

𝐃𝐢𝐬𝐭𝐫𝐢𝐜𝐭 𝟗 ➵ 𝘮𝘪𝘯𝘴𝘶𝘯𝘨; 𝘴𝘬𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora