VII. Catarsis.

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15 de octubre de 2014

Llueve en este día cálido. 

Calan todas las palabras que gritamos.

Queman los versos que nunca pronunciamos. 

Y todo lo que he sentido en este vacío lo llevo colgado al cuello.

El peso de mi voz, 

las caricias que no he dado,

la paz que no me dio tu último adiós. 

Cierro la puerta para dejar fuera todos mis demonios, 

los miedos que ahogué en café. 

Ell frío se cuele entre las rejillas del balcón.

Tirito uno a uno los nervios que provoca esta soledad,

el saber que estará al bajar las persianas, 

mientras me repites, de nuevo, 

que este dolor será pasajero.


23 de septiembre de 2015

No pasa nada. Nunca pasa nada. Aunque esto siempre es verdad y mentira al mismo tiempo. Está constantemente pasando de todo, aunque ni siquiera quiero parar a escucharme. Supongo que entre tanta nada, lo raro fue encontrar algo en mi pecho. Hay tanto ruido en mi cabeza que ya solo escucho silencio. Como diría Cami "se me fue la vida y yo me fui detrás". Siento tantas cosas que al final no siento nada. Podría decir que he superado ciertas cosas... Pero luego llegan algunas letras, melodías... y vuelve todo. Siempre vuelve, aunque no duela. Y no sé cómo hablar de ello porque ni siquiera encuentro sentido a lo que no siento. Alguien dijo alguna vez, que esperaba verte feliz, aunque no sea conmigo. Me toca aceptar que hay personas que pasan por mi vida y que se irán. Que siempre se va. Y la vida pasa, las canciones siguen sonando, la gente sigue su curso y yo no puedo estancarme porque si fuera así con cada persona que venga... Debería aprender que llorar no es malo, que llorando se pasa lo que no pasa cuando no sé llorar y que exsudo poesía hasta en los malos momentos. Sobre todo en los malos momentos. 

Pero tampoco pasa nada, aunque pase de todo. 


19 de juniode 2016

Van brotando a la superficie todos los sentimientos que creí ahogados hace tiempo,

amainó la tormenta que pareció arrasar con todos ellos,

acabando con aquel caos que imperó alguna vez.

La osuridad en la que acabé sumido fue yéndose poco a poco,

dejando ver, por fin, el azul del cielo.

Pude apreciar cada color que tenía todo lo que tocaba, 

pasando de la escala de grises para desumbrarme

con el ferviente amarillo del Sol, 

iluminándolo todo a su paso. 

Prendí fuego a todo lo que me pareció inflamable para renovar energías,

sin esperar a la Noche de las Brujas.

La mayor magia la descubrí deshojando aquella margarita

que solo me decía "sí".

Cambié de aires, de  vida, de tiempos. 

Seguí mis ritmos internos, hice caso a mis instintos.

Me vi saliendo de toda esa tristeza

que se me amarraba a mi cuello impidiéndome respirar.

Y así, entre tanta sal que fue edulcorando esta realidad...

me paré a aclamar mi pasado, por haberme traído a este presente. 

Crónicas de un yo pasado, tú presente y nuestro futuro.Where stories live. Discover now