Su realidad

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Mi nombre es Anthony Vonscotti, vivo en Londres y tengo 20 años, os explico cómo mi vida cambió de un día a otro.
Era estudiante de informática de la University College de Londres, nunca había sido un mal alumno, tampoco el mejor, desde pequeño me sentía atraído por el mundo de la tecnología.
Cuando empezó todo el problema de las pandemias fue cuando más me refugié en el tema de la informática y decidí que quería dedicarme a esto.
Hasta que llegó el día más oscuro de mi vida, cuando ya estaba en la Universidad, habíamos quedado con unos amigos en uno de sus pisos de estudiantes porque no podíamos sociabilizar en las calles, como estaba lloviendo a cántaros se me hizo tarde y no podía volver con la dichosa moto.
Cuando la lluvia paró, cogí la motocicleta y fui hacia mi casa, lo último que recuerdo era pasar un cruce con el semáforo en verde y notar que venía una luz por mi izquierda.
Desperté en un hospital, tenía a mi madre recostada en un sofá, pude ver que tenía unas vías colocadas en el brazo y un aparato que constantemente estaba pitando, no me podía mover mucho, me dolía todo el cuerpo.
Mi madre se alegró tanto al verme despierto que sus ojos se llenaron de lágrimas y me abrazó con fuerza, susurrándome cosas muy tiernas, no sé, pero tuve una muy mala sensación.
Pensé, algo no va bien.
Los médicos empezaron a realizarme muchas preguntas y, sobre todo, se interesaban en el movimiento de mis piernas que, por cierto, hasta ese momento no me había dado cuenta de que era incapaz de mover los dedos del pie.
Hasta que lo comprendí todo. ¡No podía mover mis piernas! ¿Qué coño había pasado? Entré en desesperación, mi madre lloraba y yo con ella...
Me explicaron que un coche me embistió y se había dado a la fuga, gracias a una persona que lo había visto todo dio los datos a la policía y ellos pudieron localizar al sujeto.
Al día siguiente de estar despierto, se puso en contacto conmigo el abogado de la persona que había sido culpable de todo esto, para que su cliente no fuese a la cárcel me hizo una suculenta oferta de dinero.
No podía dejar que mi madre cargara conmigo y con todos los gastos que supondría, como una cuidadora y reformar toda mi casa para sobrellevar mi nueva condición.
Ella tenía un trabajo y con mucho esfuerzo pagaba mi universidad, pero ahora había otra realidad, pensé mucho en todo eso, quizá pensarán que era un materialista, sin embargo, solo pensaba en el bien de mi madre.
Por lo tanto, acepté su jugosa propuesta, mi madre no tendría que preocuparse por mí y yo ya tendría el futuro resuelto económicamente hablando.
 
Pasaron varios meses, tenía una persona mayor que me ayudaba a mis rutinas diarias de aseo, todo eso era muy duro, psicológicamente estaba tocado, mis amigos de la universidad al principio me visitaban, pero poco a poco se fueron alejando.
Me fui aislando del mundo exterior y me refugié más en la tecnología. Hasta tal punto que me obsesioné y me volví todavía más experto en programación y seguridad de redes.
Un día me llegó un correo electrónico, solo había una fotografía con puntos negros y blancos, y debajo ponía:
—Avis te necesita ¿quieres participar?
Me llamó tanto la atención que me obsesioné con ese mensaje hasta tal punto que conseguí deducir lo que ocultaba, era una página web que cuando accedí apareció un mensaje que decía...
—¡Enhorabuena, lo has conseguido!
Abajo de la página había un pequeño recuadro en negrita que parpadeaba y pude leer lo que decía.
—Introduce tu número de teléfono si quieres que nos pongamos en contacto contigo de forma inmediata.
«¿Quién se podría interesar por mí?» Pensé.
Con duda introduje mi número de teléfono, total, ¿qué podía perder?
Previamente, había comprobado su firma digital y era una web segura, siempre hay que estar muy atento a los timos.
No pasaron ni treinta segundos y ya tenía la llamada de un número oculto, era una chica que decía que era una becaria, me dijo que estaba muy emocionada porque era de los primeros que había conseguido descifrar el mensaje.
Me dijo que no colgase que me derivaban a otro departamento para explicarme en qué consistía todo y si estaba dispuesto a seguir.
Y vamos que, si seguí, me convertí en uno de los desarrolladores del juego que actualmente estaba revolucionando las redes sociales.
Al terminar mi parte en el gran proyecto, me ofrecieron seguir participando en Avis, pero ya no como programador, sino interactuar con los clientes.
Me ofrecieron ser un Cop, es como si fuera un policía, pero en mi caso podía tener un rango más alto y obviamente que con algunos privilegios.
Acepté ser un Cop, una parte de mí necesitaba interactuar con la gente, era una nueva oportunidad y, definitivamente, no la iba a poder conseguir sentado en esta puta silla.
A los días entró a mi habitación Dorothy, la mujer que me ayuda en el día a día, y me dijo:
—Hola, Anthony, abajo hay unos hombres que dicen que son de una empresa llamada Avis y vienen a instalarte no sé qué de una estación...
—¡Vale, Dorothy! Sí, sé quiénes son... Estoy al tanto.
Eso seguramente era la estación de desarrollo que me dijeron que me iban a mandar y que sería bueno instalarla en una habitación independiente.
¡Qué nervios, tenía tanta curiosidad!
—Dorothy, dile que suba, por favor.
Subió un hombre con traje, llevaba una Tablet, me pidió el ID para confirmar mi identidad y poder hacer la instalación.
Se preguntarán ¿qué es una estación de desarrollo?
Es una estructura metálica en forma de esfera donde están situadas las pantallas, teclado y todo lo necesario para poder trabajar y dar una realidad más profunda en el juego. En mi caso realizaron modificaciones para mi minusvalía.
No me dieron más explicaciones, así que solo me quedaba esperar a que la instalasen.
Todo lo montaron en una habitación que teníamos donde estaba mi antiguo ordenador, era bastante grande y espaciosa, me dirigí a quien parecía ser el jefe de los que estaban instalando mi nuevo juguete.
Tenía tanta curiosidad que le dije:
—Una pregunta, me comentaron que mi silla de ruedas encajaría perfectamente en esa estructura, pero yo no creo que valga.
Él me miró sonriendo y respondió.
—Esa silla que tienes ahora mismo no es, será la que tenemos abajo y ya quisiera yo tenerla para jugar.
—¿En serio? ¿Tan avanzada es?
—Y tanto, es ligera, los motores no pesan nada, es silenciosa a pesar de ser una silla eléctrica y encima te masajea el cuerpo. Además, una vez se engancha a la estructura que te estamos instalando, tendrás movimientos y podrás girar en todas las direcciones.
Yo estaba alucinando con todo esto, a pesar de tener mi minusvalía, me consideraba un afortunado, ya que era todo muy irreal, mi vida había dado un giro total y estaba consiguiendo profesionalmente lo que jamás habría pensado.
A la noche ya estaba todo montado y vino Dorothy avisarme que preguntaban por mí. Me dirigí a la habitación y mis ojos no podían creer lo que estaban viendo, no sé cómo describirlo parecía una esfera sacada del futuro.
El hombre de traje se dirigió a mí con la silla de ruedas que me habían adaptado y me dijo...
—Bueno, Anthony, es la hora de probar tu nueva silla.
Me ayudaron a colocarme en ella, era de color negro se notaba que era de fibra y muy cómoda, ya que era toda de cuero, tenía los mandos en la mano izquierda, me enseñaron a usarlos, la verdad que era mucho más sencilla y fácil de usar que la otra.
El hombre me dio instrucciones de meterme en la plataforma que estaba dentro de la esfera, hice lo que me dijo, al meterme sentí que encajó perfectamente de esa manera, estaba yo bien sujeto, ya que esa estructura se movía en diferentes direcciones.
El hombre también me comentó…
—¿Ves lo que hay arriba?
Levanté la cabeza y vi que había unas gafas colgadas en una especie de cable trenzado.
—Sí, veo las gafas virtuales.
—Cógelas sin miedo y ve tirando de ellas como si fuera el cinturón del coche.
Hice lo que me dijo y me puse las gafas, no sabía que resolución eran, pero no se parecía a ninguna de las que había probado anteriormente y mira que había probado unas muy buenas en las ferias tecnológicas de Londres.
—Wow ¡estas gafas son una pasada! ―Le dije al técnico...
—¡Ya ves! Anthony, también deberías de probar los guantes que están encima de la mesa metálica, los puedes dejar en cualquier sitio, ya que tiene imanes que se quedan bien sujetos.
¡Eso sí! Para cargarlos, en el lado izquierdo hay un cargador inalámbrico, solo tienes que ponerlos encima y listo.
Me quité el casco y cogí los guantes, lo probé todo junto, solo puedo decir que era ¡impresionante!
Iniciaron un juego de pruebas, eran de los coches que ya había en Avis y me invitaron a que probará conducirlo.
¡Madre mía! ¡Era una pasada! Se movía y me daba la sensación de estar llevando el coche. ¡La simulación era buenísima! Se notaba la inclinación y los movimientos eran increíbles.
—¡Esto es alucinante! Estoy muy agradecido a esta empresa por todo esto.
—Nosotros estamos agradecidos de que quieras participar en nuestro proyecto. Así que, chaval, disfruta...
—Muchas gracias... Tu nombre es...
Sonrió y respondió:
—Edward. Un placer, Anthony.
Con las mismas se retiró de la habitación, y yo me puse manos a la obra para volcar todos los datos de mi antiguo ordenador al nuevo.
El día del estreno de Avis, me sentí muy nervioso, a pesar de que sabía que era un juego virtual, estar dentro era muy real, esta vez con gente que no es de la empresa y que les iba a sorprender todo desde el momento en que entrasen.
Mi avi era uno de los más costosos, al ser un Cop, tenía todo a mi disposición sin pagar nada.
El nombre que le puse a mi avatar era Ryuk, se preguntarán ¿por qué ese nombre?
Todo viene por una serie japonesa que vi hace años, un demonio que usaba ese nombre y estaba harto de la forma de vivir en su territorio, él dejó caer un libro en el mundo humano y con ello se divertía, quizás me parezca a él, mi vida en realidad estaba limitada, sin embargo, en el juego tenía libertad total y se podía decir que hasta un poco de poder.
Aquí podía caminar, volar, ayudar a la gente, había zonas fantasiosas dónde había elfos, hadas, algunos eran usuarios de verdad y otros eran inteligencias artificiales, podías ir a cualquier país o a la luna si te apetecía.
También estaba la zona oscura, esto era para la gente adulta que les iba el rollo raro, esa zona estaba muy custodiada podías hacer lo que quisieras siempre y cuando la persona fuera mayor de edad y aceptara las condiciones, eso era problema de cada usuario.
Los organizadores corrieron el riesgo de tener esta área, pero ellos decidieron hacerlo así, para que entrase todo tipo de gente y, sobre todo, que se gastasen el dinero.
Las personas que más locas se ponían por estos sitios, normalmente era gente bastante adinerada.
En esa área de momento la gente se comportaba, sin embargo, en la zona que me asignaron que era Londres estaban los típicos bromistas, unos jóvenes adinerados que hacían bromas a los novatos, los estuve vigilando una temporada porque cada vez sus bromas eran más molestas.
En Avis, tú ibas aprendiendo como hacer objetos y también programas de movimiento, esto era en una zona de construcción, el arenero le llamábamos los Cops.
Aunque también era una bomba de relojería para los niñatos sin escrúpulos que podían hacer bromas pesadas, estuve atento a uno de ellos, era un tal J.Jordan que siempre estaba con Shylagirl, ya les había dado un toque un par de veces.
Vi que a una usuaria que acababa de entrar la habían encogido y tratado de tonta, lo oí todo por el audio público, me pareció de cobardes, sin ningún remordimiento los eché de Avis por seis horas.
Y ayudé a esta chica Graver Van, me llamó la atención su apellido sonaba a Vans las famosas bambas.
No dude en echarle una mano e intercambiar unas cuantas palabras y desaparecer haciendo una pequeña broma de su aspecto anterior sin mala intención, obviamente.
Me tuve que ir y dejar a la pequeña cabezona porque me llamaban de otra área, otros Cops.
En Avis, el espacio no podía ser comprado, si no se alquilaba.
Alquilar un piso cuesta entre cuatrocientos o seiscientos Abit al mes. Pues comprar una región era entre quince o veinte mil Abit dependiendo de la cantidad de terreno y el espacio que tuviera para poder poner objetos porque si lo cargabas mucho, el juego te podía ir más lento. Había que echarle imaginación.
Para que me entiendan mil Abit costaba seis dólares americanos, en Avis se pagaba por todo y también los que hacían sus negocios tenían personal que ganaban un dinero para poder pillar objetos para ir mejorando el avatar.
¡Sííí! Un gran negocio, al fin y al cabo, como la vida misma.
Unos Cops que colaboraban en la zona medieval me llamaron para poner algún tipo de información en ese lugar.
Querían que esa zona fuera de Roles Play, eso significaba que la gente tenía que hacer juegos dinámicos para poder conseguir espadas o algún objeto de esa época y hablar con el rey de la población, que era el dueño de la región. Un tío que se iba a gastar veinte mil Abit al mes para tener una zona de interacción medieval. Me pareció genial la dinámica que ya se estaba inventando de la nada, ya habían construido un enorme castillo, realmente el dueño de la población se estaba dejando un dineral en esta nueva forma de juego.
Me pasaba todo el día en Avis. Mi madre al comienzo estaba feliz, pero me había alejado de mi verdadera vida, quería comer siempre en esa habitación que habían acondicionado para mí.
Mi vida real era un verdadero asco y para mí quedarme metido en Avis me daba años de vida, interactuar con toda esa gente, era mi oxígeno para seguir viviendo.

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