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Génesis | Capítulo: Bienvenida
15 DE MARZO, 2020
–¡Vos mandaste todo a la mierda primero, así que no quieras hacerme a mi el culpable! –otro grito más, uno de los tantos que voy escuchando en el transcurso de las últimas dos horas.
Vuelvo a mirar la hora en mi celular, 3:43 am y yo sigo sin poder cerrar un ojo por al menos veinte minutos.
Lo único que quería era llegar a Buenos Aires, instalarme en mi nuevo departamento junto con Milagros, mi prima, y poder disfrutar de una merecida noche de descanso después de dos días de haber estado limpiando y ordenando todo. Pero, claramente, nuestros vecinos no tenían la intención de dejarme hacerlo.
Al principio esperé durante veinte minutos que dejaran de discutir o al menos de gritar, pero ya pasaron horas y no parece que vayan a callarse.
–¡Toda mi vida te la dediqué a vos y ya me cansé, esa es razón suficiente para mí! –esta vez es la mujer quien vuelve a gritar, colmando ya lo último que me quedaba de paciencia.
Quito las sabanas de mi cuerpo y me levanto de la cama, metiendo mis pies en las pantuflas que están a un costado de ésta, decidida a ir a pedirles que cierren la boca y dejen dormir. Hay unos minutos de silencio en los que pienso que por ahí ya terminaron y que finalmente voy a descansar, pero salgo decidida de mi departamento al escucharlos discutir nuevamente.
Aprieto el botón del ascensor y espero a que llegue a mi piso ya que necesito subir al departamento que está encima del mío, que es de donde provienen los gritos. Sé perfectamente que vienen de ahí porque solo hay dos departamentos por piso y en el de al lado mío vive una señora mayor sola que a estas alturas debe estar en el quinto sueño.
En cuanto bajo del ascensor no necesito ni pensar cual de los dos departamentos es porque estando acá se escucha con más claridad todo. Toco el timbre reiteradas veces y me cruzo de brazos, esperando que alguno abra la puerta.
–Ya vas a recibir noticias de mi abogado, Enzo –apenas la puerta se abre, es una mujer la que aparece frente a mi, terminando de ponerse una campera antes de salir del departamento.– Llegó tu compañía de esta noche –agrega, mirándome apenas unos milisegundos y dejándome con las palabras en la boca.
La sigo con la mirada hasta perderla de vista en cuanto sube al ascensor.– Vos no sos Agustina –escucho que dicen, por lo que vuelvo mi atención al frente.
Lo miro durante unos segundos, pensando en que su cara me suena de algún lado pero no logro recordar de donde.
Parece varios años más grande que yo, me doy cuenta por las arrugas algo visibles en las esquinas de sus ojos, que igualmente le dan un toque lindo. Debe tener unos treinta y tres o por ahí, no más de eso.
