Capítulo 3

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Yoongi estaba subiendo por un estúpido árbol, solo porque un maldito mocoso se lo había pedido, todo lo que un hombre es capaz de hacer por cogerse a alguien.

Al llegar al balcón se sorprendió de que la ventana que hace un instante había visto cerrada estaba mágicamente abierta, miro a través de las cortinas, percibiendo la peque silueta de lo que esperara fuera el chico que estaba buscando.

— Buenas noches, mochi bonito — hablo el rubio, mientras peinaba un poco sus cabellos, ya que se habían pegado a su frente por la fina capa de sudor, mientras el menor lo miraba con ojos curiosos, acercándose al mayor a gran velocidad, rodeando sus brazos por el torso de este, a lo que el mayor rodeo sus brazos por la cintura del pelirosa.

— No puedo creer que realmente vino por mí. — dijo el chico con su voz denotando felicidad y emoción pura, aun así, manteniendo la voz baja, para no despertar a sus padres, no quería más inconvenientes.

— Te dije que confiaras de mí, pequeño. — el rubio respondió, dejando que el menor se levantara de puntitas, recibiendo gustoso el pequeño pico en su mejilla.

— ¿Nos vamos? — cuestionó el mayor cuando se separó del abrazo con lentitud.

— Me da miedo bajar por el balcón. — confeso el menor, aferrándose a la mano del más alto, cuando se estaba dirigiendo allí.

— Entonces saldremos por la puerta principal, toma tus cosas que nos vamos ya bombón. — musito el rubio mirando su reloj, en lo que esperaba al pelirosa.

El más bajo hizo caso, tomo su mochila y su móvil, para luego acercarse al mayor. — Ya estoy daddy. —

En respuesta solo sintió como su mano era entrelazada con la mano del mayor, quien dirigió al menor saliendo de la habitación, dejando la luz prendida y todo lo demás de lado, no importaba más, en cuestión de segundos estaban por las escaleras del lugar, llegando hasta el recibidor, hasta enfrente de la puerta principal.

— ¿Tienes las llaves? — Preguntó el pálido al tratar de abrir la puerta, la cual estaba con seguro.

— No, las mías me las quitaron mis padres. — Respondió con algo de nerviosismo el pelirosa.

— Genial. — Pronunció con sarcasmo el mayor. — Tápate los oídos y mantente tras de mí por favor. — Ordenó Yoongi con rapidez, el menor quería objetar, pero vio como su acompañante sacaba un arma de fuego, de la chaqueta de cuero que vestía, con la cual apuntaba a la cerradura de la puerta, quedando algo desconcertado.

Todo ocurrió bastante rápido, el arma fue descargada en la chapa y de una patada observo como el mayor abrió la Puerta. Jimin escucho a sus padres salir de su habitación alarmados, pero su daddy fue más rápido y lo jaló del brazo para que salieran de la casa rumbo a un lujoso auto que estaba al otro lado de la calle.

Al subir al auto Jimin suspiro de alivio, sintiendo aun su corazón a mil debido a la adrenalina, quería preguntar muchas cosas, como de donde había sacado el arma, o porque valía la pena sacarlo de allí, pero eso no importó cuando sintió los delgados labios del rubio sobre los suyos.

De manera rápida y hábil fue sentado sobre el regazo del mayor, con sus piernas a cada lado de las caderas del susodicho.

No se hicieron de esperar los sonidos ocasionados por aquel apasionado beso, en lo que el auto tomaba rumbo al hotel, el rubio paseaba sus manos por los muslos del menor, disfrutando de la cercanía, hasta que la falta de oxígeno los hizo separarse.

— Es el mejor beso que he tenido en toda mi vida. — comentó Jimin, con su respiración ligeramente irregular, recargando su cabeza en el hombro del rubio.

— Y espera a ver las maravillas que te haré sentir bebé. — la voz ronca del mayor llego directamente al oído del menor, hacía erizar al pelirosa.

— daddy, ya quiero que me haga suyo. — exclamo en un leve jadeo en el oído del mayor, de solo de imaginarlo, quería sentir esas manos grandes y rasposas sobre su delicada piel, deseaba ser penetrado con tanta ferocidad, que su garganta doliera de gemir, necesitaba que ese hombre misterioso lo sometiera contra una cama.

— oh, bebé, ¿Tienes tantas ganas? — Interrogó en tono bajo y seductor, pasando sus manos por el trasero del chico.

— S-sí, pero solo de que me toque usted daddy. — Escuchar esa vocecita era su perdición, puesto que no fue de esperar que su erección empezara a ser algo notoria.

— Esperemos al hotel, ¿te parece bombón?, quiero disfrutar de todo esto bien — pero como si eso nunca hubiera pasado, el pelirosa comenzó a mover sus caderas de forma lenta y provocativa.

El deseo y la tentación no son malos, solo que depende de quien sea tu acompañante.

ESTOCOLMO © ANÁNKE #10 YOONMINWhere stories live. Discover now