07 de junio

4.7K 222 35
                                    

Querido diario:

Los últimos días han sido realmente grandiosos, la llegada de Tate hizo que nuestras vidas se revolucionaran por completo. Pero también debo decir que ha sido muy agotador, especialmente para mamá, que ni bien el medico autorizó su salida del hospital, ella tuvo que salir corriendo a retomar su puesto en el trabajo. Porque si no lo hacía todo se iba a desmoronar en la oficina, y si eso llegaba a pasar la terminarían despidiendo. Y ella no quería que eso pasara.

            Pobre mamá, todos los santos días tenía que pasar ocho o diez horas fuera de casa, lidiando con personas insoportables, que en vez de ayudarla a que todo se le haga un poco más fácil, por lo menos hasta que ella organizar su vida de nuevo, solo se dedicaban a generarle más trabajo y problemas. Y después de eso, ella tenía que volver para cuidar a su bebé. Pero creo que ella está pensando seriamente en contratar un par de niñeras, porque para ser sincera yo no doy abasto. Imagínate que en tan pocos días, se me han acumulado pilas y pilas de deberes del instituto, y aún no he podido comenzar.

            Hicimos un trato con mamá, ella hoy no me pediría ayuda cuidar de mi hermano, así yo podría avanzar con la tareas que me habían asignados mis profesores, pero yo tendría que quedarme alguna noche con el bebé para que ella pudiera salir en una cita con papá. Por eso, me pasé todo el día encerrada dentro de mi habitación leyendo libros de historia y resolviendo problemas matemáticos.

            Pero un llanto me distrajo.

            Era mi hermano quien estaba llorando pero no le di importancia, porque sabía que mamá iría a ver qué le estaba pasando, así que seguí haciendo mis cosas. Pero el llanto volvió y cada vez se iba haciendo más fuerte e insoportable, no había señales de que se fuera a tranquilizar. Posiblemente mamá estaba tomando una ducha o escuchando música Blues con los auriculares puestos. No podía dejarlo sufrir de esa forma, así que caminé hasta su habitación y el sonido de su sollozo se envolvió a mí alrededor.

            Me acerqué lentamente hacia la cuna en donde el bebé estaba acostado, porque no quería que se asustara y empeorara su llanto.

        —Hola, Tate.

        Lágrimas caían sin cesar sobre sus adorables mejillas. 

            —¿Por qué estás llorando, pequeño? —Me incliné sobre la cuna para poder tomarlo en brazos, y así lograr que se calmara su sollozo —. Tranquilo, tu hermana mayor llegó para salvarte.

            Al atraerlo hacia mi pecho pude sentir el delicioso olor a bebé, que él estaba despidiendo. Posiblemente mamá le había puesto la colonia para bebés que mi tía Cecilia le había regalado hace un par de semanas. 

            Sin darme cuenta Tate comenzó a lamer mi antebrazo con su diminuta lengua. 

            —Me parece que alguien está muy hambriento.

            Le sonreí a Tate.

            —Será mejor que vayamos a buscar a mamá.

            Tate comenzó a hacer unos gestos extremadamente raros con la cara, parecía que lo estaban torturando. Al verlo así me asusté muchísimo, porque pensé que le estaba sucediendo algo muy malo a mi hermanito. Pero lo peor de todo fue la desesperación que sentí en ese instante, ya que no se me ocurría nada para poder hacerlo sentir mejor. En cambio, solo me quedé inmóvil en el lugar con él entre mis brazos. Segundos después, Tate se largó a llorar de manera escandalosa, así que traté con todas mis fuerza que se calmara un poco, porque no podía lo podía llevar con mamá en ese estado.

Para secar tus LágrimasWhere stories live. Discover now