21 de mayo

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Querido diario:

Ahora por la culpa de Derek no podré sacarme de la cabeza la letra de la canción que me había prometido no volver a escuchar. Y no te ilusiones…, él no me dedico ninguna canción.

            Hoy al mediodía, estaba sentada en el living de mi casa acompañando a mi primita, que estaba muy concentrada mirando una película de acción en donde sale su actor favorito. Y aunque también es el mío no les estaba prestando nada de atención, porque en lo único que podía pensar era en Derek. Y que quería que el tiempo pasara volando para que se hiciera la hora de ir a nuestra reunión. 

5:30 PM

Aún faltaba treinta minutos para la hora que habíamos acordado con Derek. Pero como mis nervios me mataban no me quedó otra meter un libro dentro de mi mochila, y salir de casa.

30 minutos después.

            —Aura.

            No necesitaba alzar la vista de mi libro para saber quién era la persona que estaba diciendo mi nombre.

            —Derek —Sonreí inconscientemente pero inmediatamente cambié mi expresión a una lo más neutral posible.

            —¿Puedo sentarme?

            —Sí, claro.

            —Gracias —Corrió la silla que estaba junto a la que yo estaba ocupando—. ¿Cómo te encuentras?

            —Bien, por suerte. ¿Y tú?

            —Recién terminó la práctica con el equipo, así que me estoy muriendo de cansancio—me dijo—. Pero estoy bien.

            —Oh. Bueno, si estás tan cansado podríamos dejar lo del trabajo para otro día.

            —No, quiero hacerlo.

            —Bueno, como tú quieras.

            Derek Sonrió.

            —¿Fue Joshua a la práctica? —pregunté.

            Me miró y asintió suavemente.

            —Sí.

            Derek tomó su mochila que había colgado en el respaldo de la silla cuando llegó, y sacó sus cuadernos.

            —¿De qué filósofos haremos la investigación? —preguntó Derek.

            —¿Tan apresurado estás?

            —Te dije que estoy cansado —dice con la voz bastante alterada.

            Lo miré sorprendida.

            —Era una broma..., no era para que me contestes así.

            —Lo siento.

            Hice el débil intento de olvidarme  de lo que había pasado.

            —Sócrates y Platón, ¿qué te parece hacer de ellos? —dije en voz baja.

            —Me parece bien.

            Derek me estaba observando.

            —¿Qué pasa, Aura? —preguntó.

Para secar tus LágrimasWhere stories live. Discover now