09 de mayo

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Querido diario:

Hoy, sinceramente no tenía ganas de ir al colegio y tener que soportar a la profesora de historia. Así que le avisé a mis padres que no iría. Y fue en ese momento que me entraron muchas ganas de hacer algo, que no hacia hace años. Tomé el primer cuaderno que vi y mi caja de lápices favorito. Y sin dudar, me fui corriendo hacia la playa para poder dibujar un poco.

               Luego de haber caminado tanto por la playa, comencé a darme cuenta que no estaba en un lugar cualquiera. Me encontraba parada justo en un sito, que había pensado que nunca más volvería a visitar. Pero por más que me haya prometido mantenerme alejada de allí, algo siempre me atraía. Así que deje de pensar en las cosas tristes, y seguí caminando hasta por fin llegar al borde del muelle.

               Yo tenía en claro que había ido hasta allí para poder hacer algunos dibujos, porque eso es lo que yo quería hacer el día de hoy. Pero no puedo negar que también quería detenerme por unos segundos para apreciar el hermosísimo paisaje. No importa la estación que sea…, la playa siempre es fantástica.

               Después de que pasara una hora entera, justo cuando estaba a punto de terminar de pintar mi cuarto boceto, una fuerte ráfaga de viento hizo que muchas de mis hojas salieran volando y terminaran en el medio del agua. Diario, creí que me iba a largar a llorar,  así que solo cerré mis ojos para tranquilizarme.

               —Aura.

Escuchar esa cálida voz que adoraba tanto hizo que abriera los ojos.

               —Hola, Derek.

                Él me estaba mirando con una pequeña sonrisa en su boca.

               —¿No fuiste a clases?

               —No, parece que no —contesté irónicamente.

               Notó que le conteste de una forma muy poco amigable. Pero seguramente también habrá entendió que tengo razones suficientes para comportarme de esta forma. Y puede ser que yo parezca infantil, pero creo que es la única manera de que yo no me ponga mal delante de Derek.

               —¿Estás bien? —preguntó un poco incómodo.

               —Sí, ¿Y tú?

               —Sí —Me analizó por unos microsegundos—. ¿Dibujando?

               Asentí mientras le mostraba las muñecas de ojos grandes y cabello enmarañado que había dibujado. No era lo mejor que había hecho pero era lo único que me había quedado dentro del cuaderno.

               —Qué lindo dibujas.

               —Gracias —dije.

               —¿Esas hojas qué están flotando son tuyas? —apuntó al agua.               

               —No quiero hablar de ello.

               —Dios mío.

Sonreí. Pero esa sonrisa no me duró mucho en el rostro, porque vi algo que me cambió el humor radicalmente. Es como recibir un puñal más en el corazón.

               —¿Fumando? —pregunté al ver un paquete de cigarrillos en su mano izquierda.

               Asintió.

               —Bueno…, creo que es mejor que me vaya y te deje sola.

               —Adiós, Derek —Bajé inmediatamente la mirada para no ver cómo se alejaba de mí.

Para secar tus LágrimasWhere stories live. Discover now