13 de mayo

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Querido diario:

Sé que ayer habrás estado esperando a que yo te escriba para comentarte cómo me encontraba, después de ver a Derek mudarse hacia otro lugar. Pero honestamente, no tuve ni un momento para poder sentarme a pensarlo detenidamente, porque estuve muy ocupada con cosas del colegio. A mí adorada profesora de historia se le ocurrió darnos como tarea la realización de tres ensayos. Todos ellos sobre la Revolución de Mayo de 1810, claro, desde diferentes puntos de vista. Y para terminar de matarnos, nos pidió que estudiemos las diez páginas que hablan del tema en nuestro libro. Pero lo peor, es que todo eso es para hoy.

            Esta mañana, cuando la alarma de mi teléfono sonó para que me levantara a seguir estudiando, me di cuenta que tenía unos cuantos grados de fiebre. Mamá dice que somaticé, o sea que mis nervios por terminar todo a tiempo hizo que me enfermara.  Así que me dijo que era mejor que no vaya al colegio, y que permanezca en cama hasta que mejore.

            Hice caso a lo que ella dijo tan solo por una hora. Como sabía que no podría volver a dormir fui a la cocina en busca de comida.

—Pensé que ibas a pasar todo el día en la cama —dijo mamá al escucharme bajar por las escaleras.

Comencé a reír fuertemente.

            —No tengo tanta fiebre como para estar durmiendo.

            —Pero si la suficiente para no ir al colegio—murmuró.

            Corrí rápidamente hacia la cocina y la abracé.

            —Exacto.

            —¿Quieres desayunar? —preguntó con una gran sonrisa.

No pude contestar la pregunta que mamá me había hecho, porque toda mi atención se fue hacia un recipiente de vidrio muy llamativo, que se encontraba sobre la mesa de la cocina. 

            —¿Te gusta? —Mamá sonrió—. Lo compré en una tienda en el centro.

            —Dios mío —dije muy sorprendida—. ¿Sabes qué es eso?

            Ella dudó un segundo y contestó:

            —Un florero.

            —Eso no es un florero, mamá —Estallé de la risa—. Es un bong.

            —¿Un qué?

            —Un bong —Ella me miró como si no entendiera de lo que estaba hablando—. Es para fumar…

            Inmediatamente comprendió de lo que yo estaba hablando.

            —¡Mierda! —exclamó—. Ayúdame a tirarlo a la basura.

            Asentí mientras me reía a carcajadas.

            —No puedo creer que hayas comprado una cosa de esas.

            —No te rías de mí —Me fulminó con la mirada.

            —Lo siento.

            Tomó una bolsa negra para tirarlo en la basura.

            —Aura —dijo—, espera un segundo.

            —¿Qué?

            —¿Cómo sabes qué es un bong? —preguntó muy intrigada.

           —Lo vi en una película —Fui totalmente sincera con mi contestación.

Para secar tus LágrimasWhere stories live. Discover now