20 de mayo

3.6K 207 11
                                    

Querido diario:

Estoy sentada en el medio de mi cama, observando cómo mi adorada y exagerada madre empieza a preocuparse por mí. Y todo esto es porque su termómetro acaba de marcar que tengo casi cuarenta grados de fiebre. Aunque siendo totalmente honesta, me siento terriblemente mal pero no pienso decírselo, porque ahí ella se enojaría conmigo y me diría “Te lo dije”.  Y no estoy como para escuchar sus sermones.

            Aunque la culpa de haber agarrado tremenda insolación esta tarde no fue solamente mía, sino que de Fabiana e indirectamente de Sally. Porque ayer después de que nos avisara que hoy no tendríamos clases, acordamos que nos juntaríamos en la playa para hacer un poco de ejercicio y caminar. Pero ella nunca llego a la acordada, y yo me quedé esperándola una eternidad bajo el insoportable rayo del sol.

            —Una hora tarde —dije dándole golpecitos a mi reloj.

            —Lo sé, perdón.

            Se sentó en la arena junto a mí.

            —Creí que nos reuniríamos aquí a las cuatro de la tarde —dije bastante enfurecida.

            Fabiana se recostó en la arena y se tapó la cara con sus blancas manos.

            —Sí. Pero tuve un inconveniente y ahora mi cabeza está por explotar.

            —¿Qué te pasó?

            —Sally Green me pasó…

            Creo que escuchar el nombre de esa chica me revuelve el estómago.

            —¿Qué hizo ahora? —pregunté.

        —Cuando me estaba terminando de preparar para venir, ella me mandó un mensaje diciendo que estaba afuera de casa esperándome para hablar del trabajo, y que solo iba a tomar unos cinco minutos, porque ella tenía que hacer otras cosas.

        —Y por lo visto no fueron solo cinco minutos —dije.

        —No —Suspiró—. Bueno, ella comenzó a decirme que yo tenía que hacer todo el trabajo, porque ella es una chica muy ocupada.

        Me reí.

        —Y en ese instante comenzó la pelea —murmuré.

        —Exacto. Estuve a punto de arrastrarla de los pelos por todo el pavimento —dijo mientras sacudía la arena de su pantalón.

        —Lo hubieses hecho. Y filmado —Largué una carcajada.

        —Tienes razón.

        —Olvidémonos de ella y vayamos a caminar —Le tendí mi mano derecha para que me ayudara a levantarme.

        —Vamos.

11:00 PM

Me acaba de despertar un mensaje de Derek:

                Hola, Aura. ¿Cómo estás?

        Dude en responder pero al final lo hice:

                Bien, con fiebre, pero bien. ¿Y vos?

        Contestó:

                ¡Qué mal! Espero que te sientas mejor.

        Respondí:

                Gracias.

        Derek preguntó:

                Aura, ¿Podríamos reunirnos mañana en CoffeeLand para hacer el trabajo?

        Contesté:

                Claro. Te veo a las seis de la tarde.

        Después de unos cuantos segundos respondió:

                Bueno. Que duermas bien.

            Respondí por última vez:

                        Gracias.

Para secar tus LágrimasWhere stories live. Discover now