14 de mayo

3.9K 227 33
                                    

Querido diario:

Tristemente, hoy no me pude salvar. Ni bien pisé la puerta de entrada del instituto, Fabiana apareció corriendo de la nada y en forma apresurada para contarme, que no tendríamos matemáticas a la primera hora. Al principio me puse muy contenta, porque pensé que era una buena noticia para mí, ya que no es una de mis materias favoritas. Pero enseguida cambié de opinión.

            El director, al enterarse que el profesor de matemáticas no vendría al colegio a dictar clases tuvo que tomar una decisión rápida, porque no podía dejar a treinta alumnos sueltos por todo el establecimiento. Por lo tanto, él llamo a la señora Perroni, mi profesora de historia. ¿Sabes lo que eso significa? Mi final estaba anunciado. Bueno, no es para ser tan dramática pero no era nada bueno, porque tendría que entregar todos los ensayos del día que falte. Y para mi desgracia como pensé no íbamos a tener esa materia el día de hoy, no los puse dentro de la mochila, y tampoco había nadie en casa para que me los pueda traer.

            Pero gracias a Dios, tengo una gran amiga que le encanta demasiado escribir. Y aunque no lo puedas creer, también tengo un amigo que además de ser una persona extraordinaria, es un experto en la historia nacional. O sea, que en pocas palabras Joshua y Fabiana, me ayudaron a hacer toda mi tarea en tan solo quince minutos.

            La señora Perroni, por suerte no notó que recibí ayuda con mis trabajos, y me calificó excelentemente. Así que a la salida de la escuela invité a mis amigos a festejar un rato en CoffeeLand.

            —¿Se te perdió algo?

            Joshua no dejaba de girar su cuello a diferentes direcciones como si estuviera buscando algo o a alguien.      

            —No veo a mi hermano.

            —¿Hermano? —preguntó Fabiana.

            Joshua la miró.

            —Mi hermano mayor trabaja aquí —Le contestó Joshua.

            —Tal vez no vino —Me encogí de hombros.

            Y cuando pensamos que nada podía arruinarnos la tarde…

            —Hola, chicos.

            Sally se encontraba parada en frente a nuestra mesa con una gran sonrisa.

            —¿Qué quieres? —pregunté un poco irritada.

            —Solo quería felicitarte —Su mirada se dirigió a Joshua—. Aún no puedo creer que el entrenado sabiendo lo que eres te permita estar en el equipo.

            Mi amigo solo sonrió y dijo:

            —Sally, mejor vete.

            Ella nos miró muy sorprendida, porque ninguno de los tres la contraatacamos. No valía la pena arruinar nunca tarde por una pelea con una persona tan carente de cerebro. Sally acomodó la correa de su mochila sobre su hombro izquierdo, y salió velozmente hacia la puerta de la cafetería.

            —La detesto —dijo Joshua finalmente.

            —¿Anotaste su nombre en tu Death Note? —Le pregunté a Fabiana.

            —Lo hice hace muchos años… —dijo claramente enfadada—, y aún sigo esperando.

            —Muchachas, ustedes son peligrosas —Tratando de contener la risa—. Suerte que soy su amigo, y no enemigo.

Para secar tus LágrimasWhere stories live. Discover now