fourteen

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—Baja tus armas —pidió, extendiendo sus brazos con las palmas abiertas. La analizó, notando que no tenía intenciones de atacarla—. Vine a buscarte.

—¿A mí? —frunció el ceño sin perder su postura de ataque.

—Sí, Yukie —asintió—. Debemos hablar.

***

UNA SEMANA ANTES

Tres pares de hojas filosas chocaron entre sí para repelerse de inmediato, lanzando a los dueños lejos del otro. Sus respiraciones eran un tanto agitadas producto de las incontables horas que llevaban entrenando. La noche estaba a punto de caer y ellos llevaban en aquella pradera desde el día anterior sin descansar siquiera. Cierta peliplata de ojos rojos se dejó caer al suelo, exhausta, mirando el cielo tricolor que la cubría todos los días, su acompañante simplemente guardó su espada en su funda y se dedicó a ver el mismo paisaje que ella.

—Has mejorado en demasía —admitió Sesshomaru, acercándose a Yukie para ayudarla a levantarse.

Le extendió su mano y esta la tomó. Lo áspero de la piel del peliplata no tenía punto de comparación con la de la demonesa, quien a pesar de que se había sometido a diversas peleas contra demonios que amenazaron la paz de la aldea donde vivía, sumado al diario entretenimiento para manejar a las hojas sangrientas, seguía manteniendo su piel suave así como cuando llegó al Sengoku. Ambos demonios se quedaron mirando fijamente el uno al otro por algunos segundos hasta que la chica rompió contacto.

—¿Crees? —soltó lentamente su mano para agarrar sus espadas que había dejado en el suelo y después guardarlas en sus fundas.

—Estoy seguro.

—¿Estaré a nivel de Yukiro?

—¿Sigues dudando a pesar de lo que te dijo aquella bruja?

—Un poco —cruzó sus brazos.

Hacia algunas semanas atrás, Sesshomaru había llevado a Yukie con la mujer que le había informado a Yukina sobre su reencarnación. Los dos se quedaron a escuchar cada respuesta que les otorgó al preguntarle diversas cosas sobre la oji carmín. Entre ellas estuvo la explicación del por qué había renacido de nueva cuenta su alma, y todo se debía a que la albina nunca fue una demonesa “normal”.

Cada demonio cambiante existente en la clase alta a la que ambos pertenecían, siempre fue demasiado sanguinario y muy frío con otros, pero Yukie fue la única entre miles que se comportó con un corazón muy similar al de un humano, creando conflicto entre los clanes de los perros demonios y los dos reinos del Oeste y Este por su manera de ser. Ella jamás dejó ver que odiaba a los humanos, pero tampoco que los amaba, simplemente respetó su vida sin entrometerse solo porque se trataban de personas sumamente débiles, contrario a Yukiro, Yukina, Raiden, Irasue, Toga en sus tiempos antes de conocer a la madre de InuYasha, Sesshomaru, Kirinmaru y Zero.

Fue por esa razón que dejaron a su alma renacer pero después de siglos.

Todo lo que les dijo la bruja era cierto, ya que en ese momento, parecieron haber desbloqueado más recuerdos de su etapa juntos como pareja.

Lo siguiente que descubrieron, fue acerca de cómo afectaba su transformación de humana a demonesa. La respuesta que les dieron fue que volvería a ser una persona longeva siempre y cuando tuviera cuidado de los peligros que podía correr viviendo aquí, sus poderes los recuperaría por completo y podría aumentarlos con un arduo entrenamiento, pero lo que jamás cambiaría sería su corazón, ese siempre sería igual al de un humano. Y su alma... obtuvo ligeros cambios al reencarnar como alguien de raza diferente, fue purificada. Ya no cabría la misma indiferencia hacia más personas como existía en Sesshomaru.

Un Amor del Pasado (InuYasha) | Sesshomaru × Tú | TERMINADA Where stories live. Discover now