twenty-six

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—¿Con qué cara voy a verlo, Yukie? —preguntó Rizuko con desánimo—. Definitivamente no lo merezco.

—No digas tonterías, pelirrosa —regañó la albina—. Él te ama, te lo ha demostrado de varias formas, y la más especial dio como resultado al hijo suyo que cargas en tu vientre. Deja de menospreciarte de esa manera, no es sano ni para ti, ni para tu futuro hijo o hija. Asahi merece una explicación, ya ha pasado un tiempo desde entonces, quizá no es mucho, pero el suficiente para que posiblemente lo tengas preocupado.

Ambas salieron del río. Exprimieron sus ropajes y esperaron algunas horas en lo que terminaron de secarse.

—Te acompañaré, tu embarazo te tiene un poco mal —decretó la oji carmín—. No acepto un no por repuesta.

—Vaya que eres pesada.

—Solo me preocupo por los que me importan —dijo con simpleza, sorprendiendo un tanto a la dragona.

Se dirigieron directamente hacia la aldea de la anciana Kaede. Nadie esperaba a Yukie, mucho menos a Rizuko. Chisaki y Asahi fueron los primeros en notarla, por lo que corrieron hacia ella sin dubitar, ignorando olímpicamente a la perro demonio. Esta no se quejó, en cambio, decidió ir a hacerles una visita a los hijos de Miroku y Sango, en especial al pequeño Hisui.

—¡Linda! Estás bien —notó la humana—. Nos tenías muy preocupados, ¿cómo estás? ¿Por qué no venías?

—Madre, no la presiones —pidió el azabache con amabilidad—. Rizuko...

—Yo... —no sabía cómo empezar—. Perdóname —se abalanzó para abrazarlo. Sintió la calidez que él le otorgaba—. Tuve que haber venido antes.

—Está bien, cariño —correspondió al gesto—. Tómatelo con calma, ¿si? Vayamos a nuestra cabaña, ahí podremos hablar más tranquilos.

Una vez ahí, la madre del joven humano hizo té para todos. Se sentaron frente a la dragona y esperaron pacientemente a que ella hablase.

—Me imagino que ustedes ya saben lo que le pasó a mi familia —inició la charla.

—Sí —respondió Chisaki—. InuYasha y los demás nos dijeron, pero no nos dieron detalles ya que eso te corresponde a ti.

—Solo mi madre y mis hermanos menores sobrevivieron —prosiguió. Madre e hijo intercambiaron miradas, estupefactos—. En estos momentos estoy cargando mucha responsabilidad sobre mis hombros porque... porque yo —las lágrimas comenzaban a asomarse. No quería llorar, eso era solo para los débiles, muy a su forma de pensar—. Me está costando elegir, ¿entienden? Mi familia me necesita más que nunca, todo se me ha salido de las manos.

Asahi ya había comprendido el punto.

—Tu familia es tu principal pilar, amor —habló con calma—, y sé que no puedes dejarlos a la deriva porque siempre te dieron el cariño, la atención y compresión que un hijo necesita, si el caso hubiese sido lo contrario, no estarías así y ya hubieses tomado una decisión sin dudar. Ve con tu madre y tus hermanos, te necesitan mucho más que yo.

—¡No! —negó.

—No hagas esto más complicado, por favor —suplicó el varón.

—¡Todo ya está complicado, Asahi! —exclamó.

—¡No lo está! No puedes dejar todo por el amor que le tienes a un humano como yo.

—¡¿Y por un hijo nuestro?! —soltó. El lugar se inundó de un absoluto silencio.

Chisaki se llevó sus ambas manos al rostro mientras sus ojos se mantenían tan abiertos como podía. Su hijo estaba casi igual a excepción de por las manos, él solo miraba a su pareja sin decir palabra alguna.

Un Amor del Pasado (InuYasha) | Sesshomaru × Tú | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora