four

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No podía evitar mirarla. Su cabello, su suave y blanca piel, sus ojos carmín, su fina nariz, sus semi gruesos labios con una hermosa sonrisa plasmada en estos, una que jamás imaginó volver a ver. Ella estaba ahí frente suyo, así sin más, ahora sólo anhelaba ir hacia ella, abrazarla y besarla nuevamente.

Sí, besarla.

Sesshomaru se sentía un manojo se sentimientos a flote, afortunadamente podía disimular muy bien su pensar y sentir, no podía dejarse ver afectado por la peliblanca frente sus narices que ignoraba su presencia. Esa minúscula acción le dolía, ¿lo recordaría? Era posible que no, pues todo indicaba que se trataba de una reencarnación, asímismo como lo era Kagome, pero lo que más resultaba curioso, es que no sólo se parecía completamente a la chica de sus más profundas memorias (contrario a la sacerdotisa y a la fallecida Kikyo), sino que tenía el mismo timbre de voz y el mismo nombre; Yukie.

InuYasha observaba la escena atónito, no era normal que se abalanzaran sobre su mujer a la cual no parecía molestarle la actitud hostigosa de sus amigas.

Despabiló cuando la fémina de cabellera blanca se acercó mucho a su medio hermano. Analizaba con detalle su persona y lo más llamativo, sus orejas de perro, era más que claro que sería un problema el aspecto físico de InuYasha.

—¿Esas son... orejas? —preguntó la de iris carmín hacia Kagome, quien se notaba nerviosa. Bajó la guardia y ahora debía de encontrar una excusa razonable para sus amigas—. ¿Son falsas, cierto? —volvió a postrar su mirada en InuYasha, Sesshomaru endureció un poco más su expresión.

¿Por qué lo miraba tanto?

—¡S-Sí! —Kagome se interpuso entre ella y él para su fortuna—. Lo son, s-son orejas falsas, no debes de qué preocuparte, Yukie. Vaya que no has cambiado, sigues siendo igual de curiosa.

Era completamente idéntica.

Al fin llegó el momento en que todas las miradas se posaron sobre su persona. La verdad es que no le hacía gracia que lo observaran por mucho tiempo, pero no podía quejarse, era un total desconocido para las chicas presentes.

—Kagome, ¿y ese quién es? —le preguntó Ayumi a la azabache.

Yukie seguía viéndolo. Ella por sus adentros no podía dejar de verlo, su belleza era muy inigualable, porque vamos, solo un idiota diría que el segundo varón presente no era atractivo.

—Es el hermano mayor de InuYasha —respondió a la vez que le escondía bien las orejas al híbrido con un trapo. Sesshomaru por su parte la intimidó lo suficiente solo con sus iris clavados en ella para que se corrigiera—. B-Bueno, su medio hermano.

—¿Cuál es tu nombre? —saltó otra pregunta por parte de Yuka hacia el peliplata mayor.

—Sesshomaru —al fin habló. Sabía que esa incógnita debía contestarla él, Yukie parpadeó algunas veces, pues sintió un pequeño escalofrío recorrer su espina dorsal.

Era un nombre muy imponente y adecuado para alguien como él, pues su mera presencia intimidaba a cualquiera. Sesshomaru bajó la mirada hasta encontrarse con la de ella, quería ver si era capaz de recordarlo, pero sus esperanzas siempre fueron bajas, que eso sucediera era imposible.

—¿A caso estos hermanos padecen albinismo? —fue el turno de Eri de hablar—. Ambos tienen el cabello muy blanco, tan igual al de...

—¿El mío? —Yukie alzó sus ambas cejas hacia la chica, quien asintió—. Pero lo mío no es albinismo, sino herencia —recordó.

Un Amor del Pasado (InuYasha) | Sesshomaru × Tú | TERMINADA Where stories live. Discover now