five

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Una larga y estresante semana transcurrió; tanto en la era Heisei¹ como en la era Sengoku. En la época feudal, exactamente en la aldea, los que rodeaban en su mayoría a la actual adolescente Rin, notaron un cambio bruco y positivo ante su repentina enfermedad que la dejó en cama un largo período de tiempo. Ya no lucía cansada, tampoco enferma o desanimada, era todo lo contrario, la pequeña niña de cabellera azabache estuvo muy activa en las actividades diarias de los aldeanos, ayudándolos cuando lo necesitaran.

En la ausencia de InuYasha y Kagome, ahora parecían no querer necesitarlos gracias a la agilidad y fuerza de Rin, pues ella siempre estaba dispuesta a ayudar. Sango y Miroku lo hacían de vez en cuando, pero estaban más ocupados cuidando a sus tres hijos, las gemelas y el pequeño Hisui. Kohaku se había retirado de la aldea a los dos días en que vio mejorías en su amiga que acompañó por un corto período de tiempo junto con el amo Sesshomaru, lamentablemente de Shippo no sabían nada desde hacia un tiempo atrás, pero no se preocupaban ya que él se había vuelto más poderoso como Kitsune que es.

Rin había ido a pescar junto con la anciana Kaede, ambas estaban tranquilamente en el río cercano al pueblo. Esa sería su cena de hoy, por lo que se esmeraban en atrapar a un pez grande. La mayor miraba a la adolescente frente suyo, su cuerpo comenzaba a cambiar como mujer que era, ya que a través del costoso kimono que usaba podía ver que su cintura estaba más definida, su pecho comenzaba a crecer, tanto así que ahora debía de cuidarla más debido a todos los hombres depravados existentes. No se perdonaría jamás que algo le sucediese, y no se quería imaginar lo que Sesshomaru le podría hacer.

—¡Te tengo! —exclamó Rin a la vez que sacaba del agua un pez un tanto grande. Clavó sus iris castaños en Kaede, mostrándole una sonrisa.

Sonrisa que a simple vista para la de cabello gris era forzada. Ya era una semana entera en donde no sabían nada respecto a InuYasha, Kagome y consigo, Sesshomaru. La última vez que habían sido vistos fue en aquella pradera a la que se atrevieron a ir por petición de unos pueblerinos, de ahí en fuera no había pistas de sus paraderos. Sabía que la ex protegida del demonio puro estaba muy preocupada por él.

—Es una excelente pesca, Rin —halagó—. Regresemos a la aldea.

—Bien —asintió.

Cada una llevaba una pequeña canasta con los peces que habían recolectado segundos antes. Caminaban amenamente entre los inmensos y frondosos árboles que la rodeaban, pero a la mitad de camino se detuvieron cuando ambas pudieron sentir una aura maligna que las quería acechar. Kaede notó los movimientos de la chica, confundiéndola. ¿Cómo es que ella...?

—¡Anciana Kaede! —gritó Rin, empujándola y cayendo al mismo tiempo tras haber evitado un ataque de la presencia.

Eran unas navajas de tamaño promedio, podían visualizarlas clavadas en el tronco fe uno de los tantos árboles. La azabache se levantó sin rechistar, ayudando a la protectora principal de la aldea. Debían de huir y ponerse a salvo.

Rin guiaba a Kaede, pero siempre estaba atenta a sus alrededores porque aquel ente maligno seguía presente cual cobarde porque no se mostraba.

—Anciana Kaede —llamó la adolescente—. Usted vaya a la aldea por ayuda, yo lo distraeré.

—¿Qué dices, Rin? —frunció el entrecejo—. No nos separaremos, es una orden.

—No tenemos otra opción, si estamos juntas estamos en más desventaja.

—¿Qué dirá Sesshomaru si algo te sucede?

—Todo recae en mí, no en usted o en él. Debo de dejar que siempre vengan a salvarme, no puedo quedarme así para siempre —demandó. Ya tenía algunos días pensando sobre lo débil que era cuando el peligro la rodeaba y que necesitaba hacerse más fuerte—. Confíe en mí, estaré bien.

Un Amor del Pasado (InuYasha) | Sesshomaru × Tú | TERMINADA Where stories live. Discover now