twenty

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Hayate había muerto en sus manos y por su culpa.

Le lloraba desconsoladamente al cuerpo inerte del demonio, no queriendo soltarlo nunca, pero su estado la había obligado a ponerle un alto definitivo antes de que se atreviera a hacerle daño a la madre de su hijo y a este mismo.

Todas aquellas heridas que Seira había recibido no le importaban en ese momento, el dolor que percibían sus nervios también los minorizaba porque no podía creer que Hayate haya tenido que morir por poner a salvo a un niño híbrido de dos meses de nacido, pero no solo ese había sido el motivo, como bien tenía en cuenta. Su hermano mayor estuvo a nada de perder la razón por completo y convertirse en una bestia asesina que mataría solo porque sí, había tomado la decisión correcta, lo sabía pero le era inevitable no echarse la culpa.

Quizá con alguna clase de ayuda diferente a la que estaban acostumbrados, pudieron haberlo socorrido de esos cambios bruscos de actitud que tenía cada determinado tiempo, pero ya era demasiado tarde.

—A Yukiro no le va a gustar esto —se sobresaltó al oír la voz de Raiden detrás suyo—. No tanto por el hecho de su muerte provocada por ti, sino que tú al ser la segunda y última hija, heredarás el título de líder de tu clan.

—Si no tienes nada mejor que decir, lárgate, Raiden —riñó. Lo observó de soslayo, fulminante.

—Solo estoy diciendo la verdad.

—Nadie pidió tu opinión —dejó el cuerpo a un lado de su hermano para levantarse y empuñar su arma, la cual se trataba de un cetro de plata con un zafiro hasta la punta.

—Oh, vamos, Seira —rió—. ¿En serio me estás retando con el estado que tienes? ¿A caso es que quieres morir hoy tú también? No tengo problema en luchar, pero...

—Tch... —chasqueó la lengua antes de posar su cetro entre su lujoso kimono y la cinta que lo envolvía.

—Mira, para que veas que no vine a pelear, yo llevó el cuerpo de tu hermano al palacio, y no solo eso, haré de testigo para que nadie sepa que tú lo mataste.

—Eso no hará falta. Todos en mi clan saben sobre el problema que Hayate tiene desde que nació, entenderán la situación, no necesito mentirle a los míos como tú.

Raiden endureció su expresión.

El pelinegro se decidió por asesinarla a ella también, pero lo irrumpió el ataque de alguien más. Se trataba de Kashino, el líder del clan de la flora, ambos gobernadores se enfrentaron con la mirada, tratando de intimidarse mutuamente. Sin éxito alguno, obviamente.

—¿Querías hacer algo, Raiden? —cuestionó el recién llegado.

—No, de hecho ya me iba —respondió. Dio media vuelta y se alejó volando.

Kashino de reojo pudo visualizar cómo Seira se agachaba para llorarle por varios minutos más a su único hermano, le consolaba que allá afuera en una aldea para personas híbridas yaciera su sobrino y Hana, la posible ahora ex esposa de Hayate. Solo temía de que el pequeño Arashi haya heredado tal anomalía horripilante de su padre, suplicaba porque no fuera así.

—Venga, vamos —el demonio presente sostuvo su hombro con delicadeza—. Hay que rendirle una digna despedida y a ti curarte esas heridas, de milagro no moriste también.

—S-Sí —asintió, limpiando las lágrimas que seguían resbalando por sus mejillas.

***

—¿Para qué nos trajo hasta aquí? —cuestionó Yukie una vez llegaron al mismo lugar donde vio a la bruja hace tiempo en compañía de Sesshomaru.

Un Amor del Pasado (InuYasha) | Sesshomaru × Tú | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora