twenty-nine [+18 soft] FINAL

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YUKIE

Mi recuperación por completo no fue tan tardada, estuve solo dos días en cama y al tercero pude volver a mis actividades normales, desde entonces, han pasado otras dos semanas más. En todo ese tiempo, no vi a Sesshomaru, y era posible que no lo hiciera. Yukina ya me había dado las indicaciones para partir, y es que debíamos buscar a aquella bruja que la ayudó a traerme al Sengoku para que me llevade de vuelta a mi época.

En cuanto a mis “sobrinos”, los dos estaban un tanto afectados por la muerte de su padre, pero sabían disimularlo tan bien que pasaba desapercibida su tristeza. Su naturaleza demoníaca los detenía de experimentar aquellas emociones tan humanas.

Yo me la pasé mucho últimamente en mi palacio arreglando varias cosas para cuando llegara la hora de irme. Yukina quedaría el cargo hasta que Yuma estuviera listo para tomar la corona de líder, mientras tanto, seguiría entrenando arduamente y ahora en compañía de su hermana. Seira me visitó de vez en cuando, ella ya sabía sobre lo de mi partida al otro mundo como le conocen aquí, y Kashino por igual es sabedor de todo los acontecimientos que sucedieron y sucedían con el pasar de los días.

Me hallaba en mi habitación, sentada frente a las hojas sangrientas, o bueno, eso a ojos de cualquiera, pues realmente Nicholas estaba sentado frente a mí. Era hora de hablar acerca del destino de sus poderosas armas ya que esa misma noche yo partía para siempre. La luz de la luna se colaba por una de las ventanas existentes, así que era la única claridad que recibíamos.

He tomado una decisión —me informó, apacible.

—Te escucho —dije.

En todo este tiempo demostraste ser enteramente digna de usar a mis hojas sangrientas, Yukie, y aunque no quiera admitirlo, nadie se iguala ni igualará a ti —confesó.

—Aprecio el halago.

No he terminado. A lo que voy, es que no quiero que las regreses a su lugar de origen —fruncí el ceño. No comprendía—, quiero que las lleves contigo a tu mundo y las conserves.

—¿Qué? Nicholas, yo... tus espadas en mi mundo no tendrían algún uso, solo las tendría como un adorno. El lugar de donde vengo no es como aquí, mi hogar está lleno de paz, no guerras, no demonios, nada.

¿Y? —abrí mis ojos un tanto—. Las espadas ya son tuyas, Yukie. Da igual si les das un uso o no, eres la única en la que confío para poseerlas y protegerlas. Ya eres longeva, ¿no? —asentí ante su pregunta—. Van a ser unos largos años en las que las tendrás bajo tu cuidado, y a mí también.

—Si ese es tu veredicto final, acepto con orgullo llevarme a las hojas sangrientas a mi mundo, aunque no voy a ser tu niñera.

Es el único punto malo que deberás de aceptar, mocosa.

—Mocoso tú —le enseñé la lengua como buena adolescente de 19 años que soy.

Una sombra nos tapó el brillo de la luna. Al voltear, me hallé con Irasue, tan majestuosa como siempre.

—Irasue —me levanté rápidamente e hice una cordial reverencia.

—¿No te dije que dejaras las formalidades conmigo?

—Oops, jeje, la costumbre —me justifiqué.

—Como sea. He venido rápido porque no tengo mucho tiempo antes de que Sesshomaru venga —ante aquella información, mi corazón comenzó a latir como loco—. Muchas cosas pueden pasar esta noche antes de que te vayas, Yukie, eso dependerá de ti, pero te he traído algo para prevenir puesto que conozco perfectamente a mi hijo —me entregó un pequeño bote de cristal con un líquido de una tonalidad rubí—. Esta poción te ayudará a dormirlo por tiempo limitado, él tiene que tomarla, aprovecharás ese lapso para partir porque él claramente no te dejará ir. No cometas el error de no dársela.

Un Amor del Pasado (InuYasha) | Sesshomaru × Tú | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora