seventeen

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Sesshomaru no supo describir su sentir cuando descubrió que Yukie tenía encuentros íntimos con Raiden, pero en definitiva felicidad no era. ¿Que él la iba a matar si a la peliplata se le ocurría arruinar el plan? No estaba totalmente seguro de poder hacerlo.

Cuando la fémina se alejó volando, percibió el aroma de sus lágrimas. Se sintió culpable, porque mierda, tenía tanto tiempo de no tener que preocuparse sobre mujeres y sentimientos, pero se repetía en mente varias veces que si le había dicho tal cosa, era para que Yukie no perdiera de vista su propósito en el Sengoku, todo con tal de bajar su mal humor. Se preguntaba desde cuándo entre el imbécil del pelinegro y ella habían comenzado a intimar, suponía que no desde hace mucho.

Lo raro era que Yukie aún no había quedado en cinta. Posiblemente tuviera que ver el hecho de que sus tiempos fértiles se habían adaptado a su cuerpo demoníaco, siendo estos muy tardados entre sí. Las mujeres demonesas podían concebir una vez cada año en un intervalo de diez días hábiles¹, a diferencia de las humanas que eran fértiles todos los días.

Aún así, no quería imaginarse qué es lo que él haría si la oji carmín engendrara al primer hijo de Raiden.

***

—Oh, Rizuko —saludó Chisaki a la chica dragón—. Me alegra volver a verte, ¿qué te trae por aquí? —cuestionó.

La pelirrosa ya tenía cierto tiempo que se había ido del hogar de madre e hijo para regresar a su hogar para ocultarse y sanar por completo. No tenía ni la menor idea si Raiden la daba por muerta, pero cabía la posibilidad de que no, aún así siempre estaba alerta a cualquier movimiento del enemigo. También era desde entonces que no había vuelto a ver a Yukie, solo pedía que la muy idiota no la hubiese engañado.

Después de dos semanas de haberse ido, volvió al lugar y le trajo comida a ambos pelinegros, comenzando a convivir mucho más con Chisaki y Asahi. Siempre que iba, le gustaba sentarse en frente de una ventana que le daba vista a un hermoso paisaje lleno de flores, un río y siembras que los humanos a los que visitaba cuidaban para subsistir.

Ese día no era la excepción. Ahí estaba nuevamente sentada viendo el lugar, el sol comenzaba a ocultarse, tornando al cielo de colores anaranjados y rojizos. Asahi no estaba presente, había salido como casi siempre era su costumbre. Chisaki no tenía ni la menor idea de en dónde podía encontrarse su único hijo, pero no se preocupaba mucho al respecto, ya era un hombre que podía cuidarse solo.

—Vine a verlos —contestó—, pero Asahi casi nunca está —recargó su mejilla en una de sus manos.

La mujer sonrió con ternura. Ella ya había descubierto la verdaderas intenciones detrás de la dragón, pero parecía ser que Rizuko no se daba cuenta de ello. O no quería aceptarlo. Su accionar le decía que era más la primera opción.

—¿No tienes problemas con tu familia por estar aquí? —se sentó cerca suyo.

—En un inicio sí, percibieron su aroma en mí, pero cuando les expliqué todo, apaciguaron su disgusto.

—¿Explicar qué exactamente?

—Que ustedes me salvaron la vida —agregó—. Mi padre quiere matar en cuanto antes al líder del clan del cielo de los perros demonios, pero le dejé en claro que de eso me encargaría yo. Desde entonces me comenzó a entrenar nuevamente. Más que nada, mi familia está muy agradecida con ustedes, no es muy común que nazcan hembras en nuestra raza, así que hubiese sido catastrófico si hubiese muerto.

Un Amor del Pasado (InuYasha) | Sesshomaru × Tú | TERMINADA Where stories live. Discover now