Capítulo 2.

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El carruaje cruzó el sendero hasta el pueblo, y luego la calle principal hasta la salida hacia la playa. En el transcurso, Valeria simplemente miraba la ventana al atardecer, apreciando los colores y pensando cómo podría usar sus pinturas para hacer los mismos tonos. Se apartó de la ventanilla, y observó detenidamente el interior del carruaje. No recordaba haber visto un carruaje así nunca. ¿Lo habrían hecho exclusivamente para ella? ¿Quién lo habrá hecho? 

Bajó la mirada para ver su hermoso vestido. No recordaba cuándo había sido que vio por primera vez al sastre, pero supuso que todos sus vestidos eran hechos por él. Parecía un hombre agradable y talentoso con la tela. 

Sacó la cabeza por la ventanilla para ver si su madre venía detrás con otro carruaje, pero no había nada en el camino. Nada, salvo... 

Otra vez esa criatura. Sentada tranquilamente, esta vez al pie de un árbol. ¿En qué momento llegó hasta el pueblo? Por unos segundos quiso decir algo, pero se dio cuenta que no tenía nada que decir. No era una persona, como para preguntarle de dónde vino o qué hace en este lugar. 

—¡Ya casi llegamos, señorita!—Escuchó al cochero, por lo que se volteó para responderle rápidamente. Cuando se volvió para ver a la criatura, esta había desaparecido como la última vez. Volvió dentro del carruaje, y suspiró algo molesta. Se acomodó un poco el cabello, volvió a revisar bien su vestido, y aguardó a que el vehículo se detuviera para levantarse. El cochero abrió la puerta, y le extendió la mano para ayudarla a bajar. Con una gran sonrisa, ella la aceptó y bajó los escalones. Observó el camino por el que habían llegado: El pueblo podía verse no muy lejos, y el camino de guijarro terminaba a unos metros del carruaje, y un poco más lejos se veía una tienda blanca, rodeada de largas estacas clavadas en la arena, que sostenían un hilo de hermosas luces. 

Desde dentro de la tienda se escuchaba gente hablar y reír, y sentía un delicioso aroma desde su interior. No podía esperar más, su madre seguramente ya estaría por llegar, por lo que agradeció al cochero y se dirigió al origen del bullicio.

Entró en la tienda, y se sorprendió al ver tanta gente junta y bien vestida. Enseguida, Irian apareció entre todas las personas vestido con un traje que parecía nuevo. Le quedaba perfecto. Ambos se sonrieron.

—Te ves muy bien.—Dijo ella. Él hizo una reverencia algo exagerada, por lo que Valeria se sonrojó y observó a la gente en busca de alguien que se riera. No encontró a nadie que lo hiciera.

—Tu te ves radiante.—Respondió, extendiendo su mano. Valeria se quedó mirándolo, sin saber qué estaba haciendo. Se sintió un poco tonta por no entender. Escuchó a Irian reír por lo bajo.—Tienes que tomarla...—Murmuró. Por alguna razón, eso la hizo sentir extraña. Como si un pequeño peso en su pecho se hiciera presente, y de repente algo de calor en su rostro. Le dio la mano, y él la besó con dulzura. Ese peso desapareció al instante. 

—¿Qué...?—Dijo con un hilo de voz. Se aclaró la garganta.—¿Qué te gustaría hacer?—Irian se puso a su lado, extendiendo el brazo para que ella lo tomara. Valeria supuso que debía hacerlo, por lo que, aún con cierto calor en la cara, lo hizo. 

—Pues, más cerca del mar hay gente preparando comida.—Dijo, mientras pasaban junto a la mesa de bocadillos, donde había de todo.—También hay que avisar a los músicos que llegaste, esperábamos que tu madre llegara primero para que tocaran música durante tu entrada.—Ella rió, ¿Enserio su madre había preparado tantas cosas?

—¿Te gustaría bailar?—Preguntó ella.—No soy muy buena, mi madre me habrá enseñado muy poco, pero...—Explicaba de forma atropellada. 

-Me encantaría. Ven, vamos.-Se acercaron al pequeño rincón designado para los músicos. Por alguna razón, Valeria no reconocía a ninguno. Era extraño, ya que conocía a la mayoría de personas en el pueblo... }

El Despertar de la Sombra I. SueñoWhere stories live. Discover now