Capítulo 6.

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El aire helado del mar por la mañana siempre se había sentido bien en la piel de Arlen. Era una señal de que llegaban a casa. Pero esta vez, no sentía la tranquilidad de siempre. Lo único que sentía era miedo, por lo que pudiera pasarle a Valeria al pisar el muelle. Tal vez él ya no sería capaz de protegerla.

-¡A un lado!-Escuchó a una de sus madres, mientras bajaban con la chica encadenada del barco.

-¿Es necesario?-Dijo, apuntando a las cadenas. Valeria lo miró. Parecía que había dormido todo el viaje, porque se la notaba más despierta, y analizando sus alrededores.

-Tenemos que tomar nuestras precauciones.-Respondió Pugna. Arlen rodó los ojos.-¿Puedes ayudar a descargar las cosas? Necesitan una mano allá.-A regañadientes, él aceptó. Vio cómo se llevaban a la chica, mientras ella inspeccionaba todo, fascinada por lo que veía. Era tan... Extraño ver a alguien tan fascinado con las cosas que él sentía comunes y corrientes.

El barco ya estaba casi descargado cuando Arlen encontró un pequeño cofre apenas abierto. Miró dentro, y distinguió un hermoso collar de cuarzo ahumado. Por alguna razón, en el fondo de su mente resonó la voz de uno de sus profesores.

"Hay piedras que tienen propiedades curativas. Por ejemplo, mi hija perdió a su esposo en una expedición, por lo que le dí un brazalete de cuarzo ahumado para ayudar con la tristeza."

Apretó los labios, observó por sobre su hombro para verificar que nadie lo veia, y guardó el collar en el bolsillo interior de su chaqueta. Unos minutos más tarde, se encontraba descargando los últimos barriles. La tripulación empezaba a irse. Se apresuró a ir a su camarote y tomar sus libros, y se retiró del lugar, despidiéndose de las pocas personas que quedaban allí.

Caminando por las calles de guijarro, sumido en sus pensamientos, esquivaba a la marabunta de personas que iban y venían.

¿Qué era aquello de lo que Valeria no quería hablar? ¿De dónde venía? ¿Qué le había pasado como para terminar a la deriva? ¿Tendría familia? ¿Habrían muerto? ¿Se habrían sacrificado para que ella pudiera escapar? ¿Cuántos años tenía ella?

No se dió cuenta cuando llegó a su casa. Observó la puerta y las ventanas, esperando que sus madres no estuvieran en casa para no sentirse mal o discutir otra vez. Odiaba las confrontaciones, y cada vez que trataba de explicar su punto, terminaba siendo desestimado. Tal vez porque era joven, o tal vez porque sus madres eran muy cabezas duras para entender. Suspiró, y entró a casa.

Silencio total. Buscó con la mirada alguna señal de sus madres, pero no había nadie en casa. Dejó sus cosas sobre la mesa y se dirigió a su cuarto. Antes de entrar, una nota colgada con una daga, distintiva de una de sus madres, descansaba en su puerta.

"Estamos en los calabozos del consejo, quédate en casa. Te amamos."

Arrancó la nota, molesto. Sacó la daga y se la llevó consigo dentro de la habitación. La dejó sobre su mesa de noche, y se recostó en la cama. Miró por la ventana. Apenas era mediodía, y no tenía clases hasta el día siguiente. ¿Qué iba a hacer? Suspiró, pensando que se pasaría toda la tarde leyendo y enojándose consigo mismo por no poder hacer nada más... Pero luego una idea le llegó. Cualquier investigación que necesitara realizar, debía conseguir los pergaminos en el consejo. No sería su culpa si se confundiera y terminara en los calabozos por error...

Respiró profundo. Sabía que podía ser una mala idea, pero debía intentarlo. La curiosidad era mucho más fuerte que cualquier cosa que pudieran decirle para detenerlo.

Se levantó de un salto, luego de pensar por un rato. Se cambió de ropa, y salió de la habitación, no sin antes tomar la daga de su madre, solo como medida de precaución. Bajó las escaleras y tomó su bolso. Justo antes de abrir la puerta, se detuvo. ¿Estaba seguro que quería hacer eso? Luego de unos segundos, se dijo a sí mismo que no había forma de que alguien pudiera sonsacarle algo a Valeria por la fuerza. Solo la empeorarían. Además, debía darle el collar. Abrió la puerta rápidamente y se encaminó por las sinuosas calles repletas de gente hacia el consejo.

El Despertar de la Sombra I. SueñoKde žijí příběhy. Začni objevovat