Capítulo 16.

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Arlen se encontraba recostado contra la pared junto a la puerta del vestidor, sentado en el suelo del barco, escribiendo en su diario. Suspiró, y unas pisadas lo alertaron. Bacu se acercaba por el pasillo con paso decidido. Al ver al chico, aligeró el paso. Con una voz suave, dijo:

-¿Qué tal está?-Arlen cerró su cuaderno, lo guardó en el bolso, y apoyó la cabeza contra la pared, notando el dolor en el cuello. Con una expresión seria, respondió.

-No lo sé. No quiere hablar.-Bacu asintió, para luego sentarse al lado del joven pálido. El movimiento del barco casi lo envía hacia adelante, para luego obligarlo por inercia a sentarse. Ambos muchachos, en silencio, se quedaron mirando a la nada. Arlen, con una expresión de enojo, y Bacu sin saber qué pensar.-No podemos culparla... Fue horrible lo que le pasó.-Repuso, tomando una hebra de su bolso para lanzarla con molestia.

-Claro que no. Es que... Yo no sé qué hacer en este momento...-Dijo el granjero, mirando al techo de madera sobre ellos. Suspiró.-Me gustaría poder hacer algo por ella...-Musitó, bajando la mirada hacia sus puños, que hacía pocas horas se encontraba ensangrentados, y ahora solo estaban hinchados. Arlen apretó los labios, pasandose una mano por el rostro, tratando de quitarse la molestia de encima, sin lograrlo.

-Tal vez solo quiere que la dejemos en paz.-Concluyó, dejando caer su mano sobre la madera. Se levantó, se volteó hacia la puerta y tocó con suavidad.-Val, nosotros iremos a la cubierta.-Esperó unos segundos, pero no hubo respuesta. Bajó la mirada al suelo, en silencio. Pudo escuchar un ligero sollozo, lo que bastó para aplastar un poco más su espíritu. Posó una mano sobre la puerta, dispuesto a irse.-Lo siento...-Musitó. Y con ello, se alejó por el pasillo. Bacu, por su lado, se quedó allí sentado. Cuestionándose qué debía hacer. No quería presionarla, pero tampoco quería no hacer nada. Levantó la vista, en busca de Arlen, pero éste ya se había ido. ¿Debería seguirlo? ¿Debería preocuparse por sí mismo? ¿Debería quedarse allí...? De repente, algo de ruido dentro del vestidor lo alertó. Arrastrándose por el piso, se acercó a la puerta. Intrigado por el bienestar de su amiga, habló;

-Val, ¿Cómo estás?-Dijo. El ruido siguió por unos segundos más, y luego cesó. El chico se apoyó sobre la puerta, dejando su cabeza reposar sobre ella, con los ojos cerrados, sintiendo el aire fresco que había en el corredor.-No quiero molestarte... Pero de verdad me gustaría hacer algo por tí... Para ayudarte...-Escuchó un golpe sordo dentro del vestidor, lo que lo sorprendió.-¿Estás bien?-Preguntó, volteando como si la chica se encontrara justo allí. Los sollozos no se hicieron esperar.

-¡Déjame sola!-Escuchó la voz de la chica, quebrada, desganada. Con una expresión dolida, se levantó. Respiró profundo.

-¿Estás segura? Sólo quiero estar...

-¡Vete!-Con cierto pesar en el pecho, se alejó a paso lento. Al doblar al final del pasillo, una pequeña escalera le daba paso a la cubierta. El cielo crepuscular le dio la bienvenida. Con la vista cansada, analizó el lugar. Solo Arlen y un par de personas más estaban allí. El chico observaba el mar en soledad, mientras el bolso se mecía con el movimiento del barco. Se acercó a él.

-¿En qué piensas?-Preguntó, apoyándose sobre el grueso barandal, mirando al mar. Hubo unos segundos de silencio, que Arlen rompió ligeramente con un murmullo cargado de odio y rabia.

-En que quiero partirle la cara a ese enfermo...-El sonido de las olas y la charla de fondo fue lo único que se escuchaba, mientras ambos compartían un pesado silencio. Arlen, con el entrecejo fruncido, respiró profundo, desvió la mirada del mar... Para luego posarla en el cielo. Se volteó, esta vez apoyando su cintura en el barandal, tirando la cabeza hacia atrás. Luego suspiró, y dijo con un tono más tranquilo.-Y en que Valeria amaría ver estos colores...-Bacu lo imitó, y ambos apreciaron los tonos celestes, violáceos y rosados que pintaban el cielo, salpicado de nubes blancas.-¿Tú qué piensas?-Inquirió. Bacu, entrecerrando los ojos para dejarse llevar por el movimiento y el viento, no supo qué responder. Se sentía confundido, perdido en cierta forma.

El Despertar de la Sombra I. SueñoWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu