Capítulo 22.

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De vuelta en la hacienda, Lumia cerraba la puerta mientras veía los primeros rayos del sol aparecer por el horizonte. Respiró profundo cuando se apoyó en la madera. Valeria estaba explayada sobre la cama, con los ojos cerrados. Se veía destrozada. Lumia se acercó a ella, y se dejó caer a su lado.

-¿Estás bien?-Preguntó, y Valeria apenas tuvo fuerzas suficientes para abrir los ojos y mirarla.

-Solo estoy cansada... Supongo que durmiendo un rato ya estaré...-Pero antes de que pudiera terminar de hablar, alguien tocaba a la puerta. Valeria se sintió paralizada. ¿Quién podría ser a aquellas horas de la mañana? Lumia vio la expresión en su rostro, y se levantó para abrir. Arlen estaba de pie del otro lado, observando el amanecer.

-Val...-Dijo, para darse cuenta de quien abría la puerta no era su amiga.-Oh... ¿Está todo bien?-Preguntó, algo confundido.

-Arlen.-Dijo Valeria, mientras se ponía de pie.-Está todo bien, ¿Qué pasa?-Preguntó. Lumia se hizo a un lado para que ambos pudieran hablar mejor. El muchacho dio un paso adelante, con una mirada suplicante.

-Quería hablar por lo de ayer... Pero si no puedes, podemos hablarlo más tarde...-Dijo, y Valeria sintió un nudo en el estómago. Le dirigió una mirada a Lumia, quien de inmediato comprendió que no tenía vela en aquel entierro. Le hizo una señal al chico para que pasara, y ella se dispuso a salir.

-Nos vemos luego, Val.-Dijo, y cerró la puerta tras ella. Arlen, con expresión sorprendida, volteó a ver a su amiga.

-No sabía que eran tan cercanas como para usar apodos...-Con una sonrisa poco creíble, se dirigió a sentarse en la silla.

-Sí... Yo tampoco...-Dijo, mientras volvía a sentarse en la cama. Abrazada a sí misma, no sabía a dónde mirar. La tensión del ambiente no la dejaba ver a Arlen a los ojos.-¿Dónde está Bacu?-Notó que él apretaba los labios, con una expresión incómoda.

-Sigue un poco molesto...-Ella no pudo decir nada pues su amigo tenía toda la razón para estar molesto. Se limitó a suspirar y continuar con la conversación.

-¿Qué querías decirme?-Esta vez, el chico suspiró mientras juntaba las manos y empezaba a jugar con sus dedos.

-Mira... Tal vez no fuimos del todo comprensivos contigo... Pero es que nos preocupamos por ti. Ya sé que tal vez suene como si fuéramos tus padres o algo, pero nos importas. Mucho.-Ella sonrió, pues sabía que la verborrea de su amiga significaba una cosa; Se encontraba bajo mucho estrés.

-Créeme, desearía haber tenido unos padres como ustedes.-Dijo, tratando de aligerar el ambiente. Arlen rió.

-Lo que quiero decirte... Es que no dejes de confiar en nosotros. Si hay algo que necesites compartir, que sientas que es mucha carga para ti sola, puedes compartirlo con nosotros.-Ella asintió, tratando de desatar el nudo en su garganta.-Sé que no ha sido fácil para ti, y hay veces en las que es difícil comprenderte. Pero aquí estamos. Aquí estoy.-No se había dado cuenta del momento en el que él se había levantado y acercado a la cama, pero allí estaba. Su corazón se aceleraba, pese a que no entendía el por qué. Sintió un ardor en los ojos, en cualquier momento las lágrimas asomarían. ¿Qué le estaba pasando? -Ven.-Dijo él, y la envolvió en un fuerte abrazo.

-Lo siento... Es que... No ha sido fácil, y ahora siento que todo puede llegar a ir bien.-Confesó. Era lo único que podía formular en ese momento. El deseo que tenía por usar la magia, pero el miedo que conllevaba al no saber en qué podría resultar, junto con todo lo que Lumia estaba haciendo por ella no eran faciles de explayar en palabras en ese momento. Por no mencionar todo lo que estaba por venir. Solo necesitaba aquel abrazo, y nada más. Respiró profundo en la camisa de Arlen. Volvía a oler a pergamino y tal vez a algo más. Un aroma que no lograba reconocer.

El Despertar de la Sombra I. SueñoWhere stories live. Discover now