Capítulo 31.

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La noche había caído. Lumia había encendido dos velas, una junto a la cama y otra en la mesa, donde ella estaba sentada. Ahora Aziz ocupaba la silla frente a la cama, escuchando las últimas explicaciones con atención. Valeria trataba de mantener la mirada fija en Arlen, quien parecía haber tenido una verborrea y no había parado de hablar por un largo rato. Además, si se concentraba en un solo punto era más probable que su cara no delatara la omisión de los hechos al principio de toda la explicación. 

Se sentía fuera de la conversación, como si la estuviera escuchando detrás de una ventana, fuera del lugar. Por alguna razón, decidió desviar la mirada más allá del hombro de Aziz. El resto de la casa se veía ensombrecida, como si fuera un pozo viejo a punto de derrumbarse. Lumia los miraba de reojo. Parecía una persona muy diferente a la Lumia que Valeria conocía. Trató de mostrarle una sonrisa, pero la muchacha la ignoró completamente. 

-Estamos buscando una forma de ayudar, eso es todo...-Dijo por último Arlen, con un tono casi suplicante. Aziz emitió una clase de suspiro mezclado con bufido, como el que hace un caballo cansado. Valeria ahogó una risilla al imaginarse un Aziz con cabeza de caballo. Lumia se levantó de su asiento, pateando la silla hacia atrás. Se acercó a ellos con paso furioso. 

-Si tanto querían ayudar, ¿Por qué no dijeron nada desde el principio? ¿Por qué no advertir sobre el peligro?-Preguntó. Valeria tragó saliva. Se volvió a ver a Arlen, en busca de ayuda. Arlen pensaba rápidamente, pero no logró ser más rápido que su amiga. 

-Yo... Nosotros... Llegamos a una casa abandonada cuando viajabamos hacia acá. Allí... Estaba todo destruido. Parecía que algo había explotado sin más... Pero...-Valeria pudo notar el momento en el Arlen se tensaba, y la observaba sin entender qué estaba haciendo.-Pero... Allí encontramos una espada ramurana. Solo una. Y eso... 

-Eso nos hizo dudar de Ramur. No sabíamos si eran de fiar...-Terminó Arlen, observando directamente a un Aziz pensativo. Los cuatro se quedaron en silencio. Un silencio denso, pesado. Valeria le dirigió una mirada a Lumia, quien parecía lejos de allí. Con los brazos cruzados y una mano rozando su barbilla parecía una escultura. La luz que emitían las velas le acariciaban las facciones, dándole un aspecto más suave pese a su temperamento y expresión en ese momento...

-Tienes que admitir.-Dijo Aziz.-Que tenían razón para desconfiar. Si yo estuviera en su lugar también lo haría.-Se dirigía a la muchacha, que apenas parecía notar al chico a su lado. Lumia suspiró, y esta vez parecía un metal ardiendo siendo metido en agua fría. Sus hombros se relajaron un poco, y cerró los ojos cuando bajó la mano. Sonrió con sorna. 

-Este lugar de verdad es una basura...-Musitó casi divertida. Aziz asintió con cansancio, como si ya hubiera asentido a esa afirmación miles de veces. Lumia se lamió los labios para humedecerlos, y le hizo una señal a Aziz para que se levantase. El muchacho así lo hizo, y la chica tomó su lugar para mirar a la cara a los jovenes sentados en la cama.-¿Qué es lo que necesitan?-Preguntó sin rodeos, como si hacía un par de horas no hubiera estado completamente furiosa. Arlen y Valeria se miraron incrédulos, y luego la miraron a ella. 

-Queremos encontrar información sobre los dragones. Sus poderes, qué hay que hacer para despertarlos. No hay otro poder en este mundo capaz de enfrentarse a la niebla... O lo que pueda contener.-Dijo él, pasando su mirada de Lumia a Aziz. La guía de repente afiló su mirada, como si quisiera concentrarse en algo más allá. Luego se volvió a ver a su compañero en busca de una respuesta a una pregunta no formulada. 

-Mañana es el día del trabajo. Arlen dijo que quería ayudarme a hacer algo en la Catedral, podría buscar trabajo ahí. 

-Eso es algo que ya teníamos planeado.-Dijo el mencionado, llamando la atención de los otros dos con una sonrisa de suficiencia en el rostro.

El Despertar de la Sombra I. SueñoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant