Capítulo 11.

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Valeria se paralizó en su lugar, se sentía pesada, como si la acabaran de lanzar al mar. Esa imagen... Era demasiado similar a Ybris...

-Buen día, jóvenes. ¿En qué puedo ayudarlos?-Arlen avanzó unos pasos hasta estar frente al mostrador. El hombre, de facciones amigables y barba prominente, los miraba a ambos como a cualquier conocido.

-Buscamos un mapa global actual, de ser posible.-Dijo el chico. Valeria, aún observando el tapiz, asintió ligeramente para dar veracidad a lo que decía su amigo.

-Ooh, me alegra escuchar que aún hay jóvenes dispuestos a una buena aventura.-Dijo con una sonrisa.-Un momento, por favor.-Dijo, y se agachó tras el mostrador.

Arlen empezó a analizar el lugar. Todo se encontraba cubierto de mapas, pergaminos, libros, y tapices que no lograba reconocer, pero esperaba algún día poder hacerlo. Al voltear para ver a sus espaldas, Valeria aún observaba la imagen sobre el mostrador. Él alzó una ceja.

-¿Estás bien?-Preguntó, y ella por fin pudo salir del trance. Con la respiración algo agitada, Valeria apuntó al tapiz.

-La conozco...-Dijo, y de repente un fuerte golpe se escuchó bajo el mostrador. El hombre emergió con una caja llena de pergaminos, mientras se sobaba la cabeza por el golpe.

-¿Qué dices, niña?-Preguntó, sacando un par de pergaminos sobre la madera para que Arlen pudiera observarlos. Ella se acercó.

-Es Ybris... ¿Verdad?-Arlen abrió un mapa, sin dejar de escuchar la conversación atentamente. Sorprendido, el hombre abrió los ojos de par en par. Entonces se dirigió a la derecha hasta dar con una pequeña puerta. La abrió y se acercó rápidamente a la chica.

-¿Cómo sabes sobre Ybris? Es una leyenda, y no pareces la clase de persona que estudie sobre mitología...-Expresó atropelladamente. Valeria, sin palabras, se hizo para atrás.

-Yo... Eh...-Con una mirada suplicante, observó a Arlen. Él abrió su bolso y sacó su diario.

-Venimos de Vannis. Estamos en medio de una investigación.-Dijo él, abriendo su diario para mostrar el símbolo característico del reino del agua. El hombre lo miró con detenimiento, para luego asentir.

-¡Haberlo dicho antes!-Dijo, con gran entusiasmo.-Si es para la Academia, tienen un descuento especial en cualquier compra.-En ese momento, los ojos de Arlen se iluminaron, y empezó a buscar en los estantes circundantes algo que les fuera de ayuda para el viaje.-Ahora, niña... ¿Conoces el mito de Ybris?-Valeria, sin saber qué responder, bajó la mirada.

-No lo recuerdo muy bien...-Atinó a decir.

-¡Oh, no hay problema! Las adaptaciones del mito suelen ser un poco confusas y, en muchas culturas, modificadas. Pero aquí está el viejo Ylior para ayudarte a recordar.-Volteó hacia el tapiz, y la chica lo imitó.-Verás... Luego de la creación del mundo por mano (o garras) de los dragones, se creó al ser humano. Algunas culturas piensan que estamos hechos en base a los cuatro elementos, además de la luz. Pero nadie recuerda a aquél que nos dio lo que nos hace ser nosotros...-Valeria se vio repentinamente interesada por la información, y escuchaba con atención.-El Ybris, que podía ser tanto un él como una ella, era una entidad nacida de los sentimientos humanos. ¿Ves los halos de colores alrededor de su figura blancuzca?-Preguntó, a lo que ella asintió.-Eso es porque el Ybris es capaz de ver tu alma. El color de tu verdadero ser. O colores, ya que hay tanta variedad de personas...-Arlen entonces volteó para ver con detenimiento el tapiz.

-¿Y esos vendrían siendo los colores del alma?-Preguntó, haciendo un gesto con la cabeza mientras tomaba un libro y lo abría.

-Así es, y como sabrán, cada color representa una característica de la personalidad de cada ser humano. Por ejemplo, si eres una persona responsable y constante, el color de tu alma puede ser azul. O si eres una persona amorosa con gran cariño por la naturaleza, tu alma puede ser color verde. A veces estos colores pueden verse entremezclados, pero siempre se pueden diferenciar. Aunque es raro que una persona pueda verlos, se dice que solo Ybris puede hacerlo.-Valeria, con el entrecejo fruncido, se cruzó de brazos. ¿Cómo era posible que en dos ocasiones ella fuera capaz de ver esos halos de luz...?

El Despertar de la Sombra I. SueñoWhere stories live. Discover now