12. Elige.

487 97 6
                                    

12.

La noche había caído.

El sol se había escondido.

Y la oscuridad permeaba todo lo que había en ese lugar.

El pueblo se encontraba sumergido en un silencio sumamente abrumador. En otro lugar del mundo la actividad humana seguiría sin cesar a esas horas de la noche, pero allí no.

Todos los habitantes sabían que cuando el sol se escondía cosas malas podían pasar, cosas extrañas podían hacerse visible, y cosas que caminaban entre ellos, fácilmente los podían matar.

El pueblo podía ser de cierta forma lindo. Las calles estaban adoquinadas, los edificios más grandes eran de unos cinco pisos solamente, los colores que reinaban eran muy bonitos y vibrantes, a pesar de que el usual clima que allí había no encajaba mucho con tanto color.

Lentamente avanzaron por las cuidadas calles. Iban separados, justo en las mismas parejas que habían formado en los autos.

—Está todo tan callado— Le susurró Alfonsina a Akihiro mientras se aferraba a su brazo.

—Supongo que el miedo sigue en ellos, deben estar extrañados porque no ha muerto nadie de aquí aún— El asiático miraba todo a su paso con sumo cuidado, estudiaba el terreno y evaluaba toda situación antes de actuar, para que cuando diera el primer golpe, fuese letal y certero.

— ¿Si encontraremos a alguien esta noche? — Preguntó ella mientras se acurrucaba más contra el delgado brazo de Aki.

Antes de pronunciar cualquier palabra, él soltó un pesado suspiro y la miró por unos segundos, regalándole también una dulce sonrisa.

—Cuando el sol se esconde, muchas cosas malas pasan, tú lo sabes bien— Comenzó a narrar él como si de un cuento se tratase—. Casi todas las personas le temen a lo que se oculta en las tinieblas, y eso está bien, son sensatos y racionales. Pero existen algunos individuos, que se dejan llevar y tentar por los placeres que la oscura noche brinda.

— ¿Y por qué lo hacen? — Cuestionó ella como si no supiese la respuesta.

—Porque consideran que todo eso es mejor que su vida normal. Los humanos siempre necesitaran esa dosis de pecado en sus vidas, eso las hace más interesantes.

— ¿Y nosotros qué papel cumplimos ahí?

—Nosotros... Somos sus dioses de la muerte, quienes dirimen entre sí perdonar su pecaminosa vida o dejarlos seguir adelante.

— ¿Y esta noche que haremos?

—Esta noche— Dijo mirando a su alrededor, logrando captar por un monto la figura de un hombre—, lastimosamente no será buena para los pescadores. Hoy los verdugos no perdonan— Dicho eso Alfonsina soltó una estridente risa y se colocó la máscara negra que debían llevar todos.

El hombre caminaba torpemente por las aceras, se notaba que llevaba bastante etanol en su sistema, lo cual no volvía una presa fácil para cualquiera de los ocho.

Era curioso verlos en acción. Podían tener unas formas tan diversas de cazar a sus presas, pero también tan similares, ya que, todos tenían algo en común, y era que la forma tan sanguinaria en la que arrancaban la vida, no se podía confundir.

Lentamente Alfonsina y Akihiro se acercaron al hombre. No sería tarea difícil deshacerse de él, puesto a que, su estado no le permitiría coordinar movimiento alguno para defenderse y prevenir su deceso.

—Yo lo tomare desprevenido por detrás, cuando ya lo tenga acércate por delante y mátalo— Indicó Akihiro antes de caminar hacia una esquina oscura y empezar su improvisado plan.

Cuando el sol se escondeWhere stories live. Discover now