26. Daddy Issues.

371 47 6
                                    

26.

Las malas decisiones podían llevar a las personas a abismos sin fin en los que caer todos los días, en los que por momentos los harían sentir placer de encontrarse en tal situación, para después darle camino a la conciencia, la cual no haría más que recriminar e iluminar aquella mente que se dejó ir solo por las sensaciones más mundanas que pudiesen existir.

Tal vez en ese salón hubiese lo mejor de ellos, o tal vez eso solo era una máscara para todo lo malo que los perseguía, quizás solo eran las dos cosas mezcladas, dejándolos perdidos en las tonalidades grises del bien y el mal.

Estaba mal.

Pero se sentía bien.

No era ético.

Pero hacia olvidar.

No era moral.

Pero se sentía justo.

Si ellos hubiesen pensando en lo malo nunca se habrían acercado el uno al otro, porque sabían que esa química que desarrollaban no era solo cosa de la imaginación o de un primer encontró, era producto de algo que debía ser y sería a pesar de que no fuese bien visto.

¿Cómo alejarse de él? ¿Cómo dar un paso hacia atrás? Si tenía un muy buen olor; si destilaba seguridad; si se veía seguro de lo que hacía; si la hacía sentir protegida; si le gustaba tanto como para sentía tenerlo cerca y besarlo.

Las emociones que los invadían eran arrasadoras mientras mantenían sus bocas unidas y no mostraban la intención de querer separarse.

Con delicadeza ella mantenía una de sus manos en la mejilla izquierda de él, mientras tenía la otra en la parte baja de su cabeza, acariciando el oscuro cabello de Alexander. Por su parte, el mantenía el agarre su agarre en la cintura de la joven, manteniéndola así muy unida a su cuerpo.

Parecía un momento eterno y poco apetecible de dejar ir, ya que, la comodidad que los rodeaba era mucho mayor a cualquier otra cosa.

Cuando empezaron a perder la cordura y ritmo tranquilo del beso, Valery se apegó más a el fuerte cuerpo del aquel hombre, llevando un ritmo más acelerado de aquel beso que pretendía robarles el aliento. Poco a poco indagaron en las bocas del otro y sintieron como su piel se empezaban a calentar, dándole paso a otro tipo de sensaciones menos inocentes a su cuerpo. Lentamente Valery fue bajando una de sus manos hasta el pecho de Alexander, dando suaves toques hasta trasladarse a su abdomen, para sentir de inmediato como éste se tensaba, ya que, él sabía a la perfección a donde ella quería dirigir su mano. Para lastima de Valery, antes de que su mano llegara a su destino, una fuerte mano de cerro en su muñeca, impidiéndole seguir el camino. Dejando unos cuantos besos rápidos sobre sus labios, Alexander alejó su rostro y la miró a los ojos, mientras intentaba calamar su desenfrenada respiración.

—No soy un niño, Valery, no me gustan los juegos— Dijo, alejando la mano.

— ¿Qué? — Soltó, desconcertada, ya que, pensaba que eso era lo que él quería; justo como ella lo hacía.

—Que no me gustan los juegos de niños— Confesó, manteniendo los ojos fijos en ella—. ¿Qué querías que pasara? — Cuestionó—. Me tocarías, yo haría lo mismo contigo, tal vez iríamos más allá, pero después no habría nada.

—No te entiendo.

—Tú te irías y volverías a hacer la excelente con novio y yo seguiría siendo tu profesor— Con cuidado puso sus manos sobre los hombros de ella y la alejo, aprovechando que se encontraba patidifusa—. Esto no está bien— Comenzó a decir, pasando las manos por su cara y luego por sus cabello—. Me debo ir. Esto no se debe repetir.

Cuando el sol se escondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora