48. Leyes de conveniencia.

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48.

Por muchos años había oído sobre que cada que se cometía un acto atroz era porque hacía falta un poco de humanidad. Pero yo creía que era porque había un exceso de ella, porque la humanidad era maldad; maldad que acababa con todo lo que encontraba. Quizás por eso estaban sometidos a castigos divinos como ellos los llamaban, yo por mi parte, consideraba que todo lo que hacían se les devolvía en proporciones mucho más grandes de lo que eran capaces de tolerar.

Los humanos actuaban bajo la ira y rabia en muchas ocasiones, eran unos energúmenos que justificaban todo bajo algo que no llegaba a cubrir su gran error, pero con pedir disculpas ya era suficiente.

Esa tarde, Megan por poco ahogó a Erin en el lago, solo que se lo impidieron.

No podían lidiar con otro muerto en ese instante.

Como pudieron, Adler y Stefan sacaron a Vania del lago, llevándolo de inmediato hacia el castillo, tratando de retener el sangrado que había ocasionado las heridas que Erin le había proporcionado.

— ¿Qué pretendías? — la encaró Valery, cruzándose de brazos mientras presenciaba como Dean la mantenía retenida.

—Tanto cuidarte, Erin, aun cuando no nos serbias— se lamentó Dean, exagerando cada palabra, mostrando así su falsedad.

—Ustedes me iban a dejar sola, todo por la culpa de esa zorra— exclamó, tratando de zafarse del agarre de Dean.

—Y lo ibas a solucionar matando a otro, qué inteligente eres, enserio te superas— se burló Nathaniel, apoyándose en el árbol más cercano.

—Solo actué sin pensar— chilló, contrayéndose en su lugar, humedeciendo sus ojos y mostrando la imagen de víctima que tanto le gustaba.

—No te creemos, nadie lo hace, tú crees que puedes hacer todo bajo esa máscara de inocencia, y terminaste dañando a quien menos tenía la culpa en todo esto. Vania no es como tú— le dijo Megan, apretando sus puños y dándole una última mirada antes de marcharse para ver cómo se encontraba Vania.

—Hoy sí que te dejó de funcionar el cerebro— señaló Valery, mirándola con atención—. Primero vas como ovejita desamparada a pedirme disculpas y luego intentas matar a Vania— sonrió de forma sarcástica y negó con la cabeza, tratando de entenderlo todo—. Llévala a su habitación y haz lo que quieras con ella, Dean, no es mi problema ni el de ellos.

— ¿Te estás deshaciendo de ella? — le preguntó, sonriente porque sabía lo que eso significaba.

Ella se estaba resignando.

—Sí, ya no nos sirve de nada— sin decir más, se dio la vuelta y se fue junto a María y Alfonsina.

Orgullosa y pobre Valery.

Qué bueno que Dean siempre tenía algo planeado, y se deleitaría al oírla decir que era todo un genio.

— ¿Podemos jugar con ella? — Inquirió Nathaniel, caminando hasta donde estaban su hermano y Erin.

Por unos segundos Dean lo pensó. Se oía tentador darle un escarmiento, pero tenía cosas mucho más importantes que hacer, así que solo haría lo que a Erin más le temía; la soledad.

—No— suspiró e hizo que la chica caminara, sin importarle si la lastimaba—. La dejaremos encerrada en su habitación, no le hará falta a nadie. No tiene amigos y sus notas son horribles, los profesores agradecerán el no verla.

—Eres un aburrido, desde hace rato quería hacerla llorar— se quejó, viendo como ella mantenía la cabeza alzada y oponía fuerza contra Dean—. Y yo que la creía inocente.

Cuando el sol se escondeМесто, где живут истории. Откройте их для себя