24. El mismo lugar.

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24.

Ella no era como ellos.

No era como ninguno.

Solo era ella, lo cual la convertía en la cosa más insípida y sin gracia ante sus ojos.

Si se miraba y miraba a los otros, no podía ver más que un pequeño perejil al lado de un millón de rosas, girasoles, peonías, lirios, orquídeas y toda aquella flor que mostrará una indudable belleza.

Si comenzaba con su cabello, el cual era castaño y llegaba poco más allá de sus hombros; veía que no eran brillante y sedoso como el de Valery, ni llamativo como el de Megan, mucho menos elegante como el de Alfonsina, o hermoso como el de Akihiro y Agustín.

Después estaban sus ojos, eran oscuros, pero si se fijaba en los otros ojos oscuros que la rodeaban, no hacía más que hundirse aún más en su dolor. Los de Valery eran cafés, pero tenían unos lindos destellos verdes que le daban cierto toque felino; los de Megan eran irremediablemente profundos, dando cierto aire de misterio a su rostro; los de María eran como los de ella, pero eran capaces de brindar una mirada bastante peculiar, que los hacia maravillosos, y Akihiro, él era asiático; sus ojos negros eran simplemente preciosos.

Ella era como ellos.

Ella no podía encajar allí.

—Yo no puedo— Dijo, en un tono bastante bajo, mientras miraba fijamente la tarjeta que sujetaba con la mano derecha.

—Debes poder, es un baile, toda la escuela debe ir; es obligatorio— La animó Valéry, regalándole una sonrisa, a pesar de que Erin no la miraba.

—No...

—Es el baile de aniversario. Todos debemos asistir, es nuestro deber como estudiantes, ya que, es nuestra la forma de celebrar el cumpleaños de la escuela— Explicó, empezando a movilizarse para llegar a su clase a tiempo.

—Pero yo no soy buena bailando y esas cosas— Intentó excusarse, haciendo que la morena a su lado soltara una carcajada.

—Es un baile de salón, el cual, se celebra en el castillo de invierno. Se usan vestidos largos, elegantes que, para suerte de muchas, algunos se llegan a parecer a los de la época Victorina; es como estar viviendo un sueño.

—Yo... No lo sé— Suspiró, echándole un vistazo a su acompañante. Ese día, igual que los otros, vestía apropiadamente, llevando en esa ocasión el segundo uniforme de la escuela, siendo este su favorito. Consistía de una falda de pliegues con estampado de cuadros grises, negros y blancos, siendo acompañado de un suéter de lana rojo y una camisa blanca dentro de este. Para agregar un toque personal, Valery había decidido usar unas medias blancas que llegaban un poco más arriba de sus rodillas, siendo acompañadas por unas botas de tacón negras.

—Sera divertido, ahora apuremos, tengo demasiado frío, este lugar siempre ha sido demasiado frío para un ser de tierra caliente como yo— Pidió, acelerando sus pasos.

Mientras deambulaban por los pasillos del castillo, miraba la tarjeta ante ella, pero solo podía sentirse intimidada ante ella.

Para ese entonces, había descubierto que le gustaba pasar el tiempo con Valery, claro que siempre y cuando ambas estuviesen disponibles. Le gustaba su sonrisa, su alegría y la forma en que se relaciona con todos, además de que con ella siempre podía hablar en español, y no en inglés o francés.

Había descubierto más sobre aquellos ocho chicos que habían decidido rodearla, aunque con uno no había podido hablar mucho, sin contar, que Agustín se había alejado considerablemente, en un principio había creído que tal vez le interesaba, pero había dejado en claro que no era así.

Cuando el sol se escondeWhere stories live. Discover now