39. Todo por ti.

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39.

Una semana. Una semana entera sin tener conocimiento alguno del paradero de Erin. Una semana de búsqueda. Una semana de desesperación.

Esa mañana Valery, Adler, Vania, Alfonsina y Stefan se encontraban en el gimnasio, recibiendo su clase de educación física.

—Vamos, el ejercicio físico es la mejor terapia a la que se pueden someter — Gritaba el profesor, haciendo sonar el silbato por todo el lugar

—Lo único que quiero es darle una terapia de golpes en la cabeza con estas pesas — Siseó Alfonsina, cargando unas gruesas mancuernas en cada mano.

—Demasiada violencia — Dijo Stefan a su lado, ocupándose de agregar el peso necesario a si barra.

—Quienes dicen que el mejor camino es la paz es porque no saben lo satisfactorio que es hacer que el otro sufra. Eso sí que es terapia — La voz le salía exhausta debido a todo el ejercicio que ya había tenido que hacer.

—Te quejas demasiado — Habló Adler, ayudando a Valery a alzar la barra que sostenía con sus brazos.

— ¿Acaso soy la única que se está muriendo con esto? — Cuestionó, soltando las mancuernas y tomando grandes bocanadas de aire. Tomó una toalla y la pasó por su enrojecido rostro.

—Si hablas demasiado obviamente te vas a cansar más rápido. Debes ser como Vania, no ha dicho nada y mira lo animado que está — Señaló Stefan, mirando hacia las cuerdas que estaban suspendidas a mitad del gimnasio, siendo agarradas desde el techo, en donde habían varias campanas que debían ser tocadas para indicar que alguien había trepado hasta arriba. En una de esas cuerdas, se encontraba Vania, trepando con agilidad hasta arriba, para después tocar la campana y bajar con la misma fuerza y velocidad —. Eso sí es tener animo a estas horas de la mañana.

—Por eso tiene esos brazos tan fuertes y definidos, y ese pecho tan duro— Dijo Alfonsina, dibujando una sonrisa bobalicona en su rostro, reparando el torso desnudo de Vania, ya que solo llevaba un jogger gris y las medias blancas, para facilitarle la subida por la cuerda.

—A Akihiro no le gustará oír eso — Canturreó Stefan, mirando de forma distraída su botella de agua.

Como si hubiese dicho las palabras prohibidos o la blasfemia más imperdonable del mundo, Alfonsina se giró furiosa hacia él, le arrojó con fuerza una toalla y procedió a gruñirle con los dientes apretados.

—No menciones a ese imbécil — Casi gritó, dándose la vuelta y marchándose, dejando a un aturdido Stefan mirándola con los ojos muy abiertos.

— ¿Pero qué mal hice yo? — Se preguntó, colocando su mejor cara de horror.

— ¿Qué le pasó a Alfonsina? — Indagó Vania, pasando una toalla por si pecho y brazos.

—Está enojada con Akihiro y parece que cada que se lo nombra viese al diablo desnudo — Respondió Adler, terminando de ayudar a Valery y encaminándose a cumplir con sus ejercicios.

—Uhhh, creo que al último que queremos ver desnudos es al diablo - Exclamó Megan, llegando con una gran sonrisa hasta ellos —. Hola, Van — Dio unos pasos hacia el frente, colocó una mano en su pecho desnudo y le dio un beso en la mejilla, para después dirigirse hacia los demás, dejando a un muy sonrojado Vania detrás de ella.

— ¿Qué haces aquí? — Le preguntó Adler, posicionándose bajo la gran barra y estirando los brazos para balancearse hacia arriba y empezar sus flexiones.

—Terminé un examen más rápido de lo pensado y quise venir a darles mi apoyo moral — Contestó con una gran sonrisa —, también les traje algo de comer — Dicho eso, todos soltaron una gran exclamación y se acercaron a ella. El último en acercarse fue Vania, quien con una mirada tímida le dijo un apenas audible gracias.

Cuando el sol se escondeWhere stories live. Discover now