14. Cuando el sol sale.

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14.

Los seres humanos a lo largo de su vida experimentan un sin fin de emociones y sensaciones; todos tienen sus formas distintas de nombrar dichas emociones y sensaciones, algunos los llaman sentimientos, otros solo las reducían a reacciones químicas que producía el cuerpo humano cuando era sometido a distintas situaciones. En ese momento específico de su vida, Valery simplemente no encontró nombre alguno a aquello que en esos precisos momentos estaba experimentando.

—Debo decir que este es un muy paupérrimo intento de escape — Dijo Alexander metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón de pijama. Ladeó brevemente la cabeza y analizó con mayor detenimiento la situación —, o más bien, intento de salvación — Observó dando unos pasos para al frente.

—Yo... No estoy bien, ¿Okay? — Soltó ella con dificultad. Sentía que se iba a ir hacia adelante en algún momento, la herida ardía y sentía la sangre escurrir por sus dedos.

—Ven — Dijo él caminando hacia ella; hasta tomarla en sus brazos y cargarla sin ninguna dificultad o inconveniente.

Valery en esa ocasión no dijo nada para impedir que alguien la ayudara, estaba aturdida por la sola presencia de aquel hombre que la llevaba en brazos. Le hubiese gustado tener una actitud ríspida y displicente, pero simplemente no pudo evitar quedar ensimismada en la laguna azul de sus ojos.

Estaba totalmente embelesada por todo lo que tenía ante sus ojos. Esa mandíbula fuerte rodeada por una ligera capa de vello, su semblante duro, pero a la vez relajado, sus facciones tan bien esculpidas y la varonil aura que siempre lo rodeaba. Era un deleite ante los ojos de ella, y él lo sabía a la perfección.

Caminó con cuidado por los pasillos hasta que se topó de frente con la puerta de la enfermería. Abrió la puerta con cuidado e ingreso solo siendo guiado por la escasa luz que entraba por loa grandes ventanales. Dejó a Valery sentada sobre una camilla y procedió a encender la luz.

Cuando la claridad se apoderó del lugar, pudo ver con mayor detenimiento a la muchacha que se encontraba frente a él. Tenía el cabello un poco desordenado, salpicaduras de sangre por su ropa negra, además de la herida en su pierna.

Se acercó cautelosamente y posó sus manos a los lados de las piernas de Valery. La miró directo a los ojos y empezó a hablar:

—Debo sacarte el cuchillo; dolerá y saldrá mucha sangre. Debes ser fuerte — Le explicó con tanta tranquilidad, que Valery no pudo evitar ser contagiada por ella. En un leve asentimiento, le indicó que procediera.

Alexander buscó con la mirada los implementos que necesitaba, se dirigió a ellos, los tomó y juego regresó a su lugar junto a Valery. Inspeccionó la herida y sacó el cuchillo como sabía que debía hacerlo, robándole así un grito de dolor a Valery. Rápidamente presiono la herida ya expuesta con unas gasas para que no perdiera tanta sangre y los glóbulos hicieran su trabajo. Alzó su mirada y la observó con detenimiento.

—Debes quitarte el pantalón — Mencionó con suavidad para no alarmarla.

Al oírlo, Valery abrió los ojos por la sorpresa, no era muy pudorosa ni nada por el estilo, pero se sintió de cierta forma intimidada ante eso. Él debía de haber visto cientos de cuerpo a lo largo de su vida, además de que su experiencia siempre lo colocaría por encima de ella, era de cierta forma abrumador; sin embargo, sabía que debía hacer aquello que le había pedido.

—Pero no mire — Fue la única petición de ella. Él asintió y procedió a llevar sus manos hasta la cintura de aquel pantalón. Desabrochó el botón y bajó el cierre, para después bajar con cuidado todo el pantalón, hasta sacarlo por los pies, haciendo todo ese proceso mirándola a los ojos. Ella por su parte, había tapado sus partes íntimas con una sábana que se encontraba allí cerca.

Cuando el sol se escondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora