38. Agustín.

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38.

Agustín Manolo González.

Fecha de nacimiento: 23 de diciembre del 2000.

Edad: 15 años.

Lugar de nacimiento: Córdoba, Argentina.

¿Cómo se suponía que le hablaría? ¿Cómo siquiera era capaz de sostenerle la mirada?

Llevaba sentada frente a Agustín un buen rato, pero no había obtenido más que indiferencia y palabras cortantes, las cuales la dejaban en blanco, a pesar de que no lo mostraba, no podía demostrar cómo le afectaba su actitud; esa que denotaba que no le importaba nada que pudiese pasar con él o a su alrededor.

—Agustin, cuéntame ¿Qué momento sientes que quebró algo en ti? — Trató de buscar una forma en la que él se abriera, pero lo único que obtuvo fue una risa socarrona que denotaba la burla que le generaban sus palabras.

— ¿No se supone que ya leyó mi expediente? ¿O solo quiere oír mi miseria de mi boca? ¿No le basta con toda la porquería escucha todos los días? — Le cuestionó, mirándola como si fuese lo más despreciable, pero a la vez estúpido que había visto en su vida.

—Mi trabajo es ayudar a las personas, escucharlos...

—Y pretender que los entiende— La interrumpió, apoyándose un poco en la mesa y enseriando su rostro—, pero la realidad es que no sabe nada, usted no sabe nada, nunca comprenderá que le pasa a los otros, solo está ahí sentada creyendo que hace mucho por nosotros, pero no es así— Le dijo, abriendo los ojos y expresando con su rostro todo el desprecio y hastío que le causaba.

Por unos segundos se mantuvo callada, digiriendo todas las palabras que había soltado en su contra. No podía engañarse y pensar que no le afectaba lo que él le dijera, cuando lo cierto era que le lastiman escuchar como despreciaba y quería pordebajear su labor como psicológica, cuando había entregado mucho de su vida a su trabajo.

—Estoy aquí para superar todo esto junto a ti, en serio quiero ayudarte, nada me haría más feliz que ver qué superas todo esto y...

—No— La cortó de inmediato, volviendo toda su expresión dura e inexplicable—, ya nada podrá cambiar lo que pienso sobre todo esto y la mierda relacionada a este instituto y todas las personas en él.

Agustín había sido lastimado de una forma en la que ningún niño de su edad debía de ser ultrajado. Su esperanza y fe en todo lo que le dijeron que era bueno se había perdido, no creía en nadie ni nada que pudiese ver o no. Su vida solo estaba inundada por el dolor y rencor que albergaba su antes puro corazón.

El crecer en una familia extremadamente religiosa y con poder le había hecho ver el mundo de una forma, bien se decía que las personas no eran más que el producto de la crianza que se había inculcado en ellos, pero Agustín había madurado desde pequeño, lo cual le permitió crear su propia visión del mundo, una en la que él veía como equivocas todas las enseñanzas que habían tratado de implantar en su mente.

A medida que pasaron los años, fue cuestionando todo lo que le habían enseñado, como por ejemplo el hecho de que lo llevasen obligado a todas las celebraciones dominicales, o cualquier culto que fuese para exaltar a su Dios. Bien se sabía que la cultura latinoamericana tenía muy fuertemente arraigada la religión, pero la familia de Agustín sobrepasaba el fanatismo extremo.

Cuando caminaba por su casa solo veía pinturas del Cristo redentor, la última cena, a Jesús siento bajado de la cruz y cualquier cosa que pudiese ser una gran representación religiosa; incluso veía como su abuela le rezaba un rosario a una estatua de la virgen, lo cual le hacía preguntarse por qué le rendía pleitesías a un pedazo de yeso que no haría nada por ella, porque solo era eso; yeso creado por un hombre.

Cuando el sol se escondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora