36. Valery.

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36.

Valery Sofía Villareal Mejía.

Fecha de nacimiento: 30 de mayo del 2000.

Edad: 15 años.

Lugar de nacimiento: Barranquilla, Colombia.

Tomó aire, lo necesitaba después de recordar aquella entrevista.

Había estado en varias sesiones con Valery, intentando hablar con ella, sabía que podía ser muy complicado todo, pero no tenía ni las más mínimas ganas de salir de su oscuridad, de liberarse de esas ataduras que la mantenían ese lugar lleno de dolor en el que se había visto inmersa desde tiempo atrás.

Miraba los papeles y leía su caso una y otra vez.

Se encontraba en la habitación que tenía dispuesta para ella en el castillo. Había reproducido en varias ocasiones la grabación de las tres entrevistas, y en todas solo se oía llanto y las duras palabras de Valery.

Se había rendido sin siquiera haber empezado a dar una pelea.

Solo podía oír como la niña decía que no la entendía, que nunca la entendería, y lo cierto era que nunca podría sentir lo mismo que ella, pero podía tratar de empatizar, para comprender su dolor, pero sin pretender sentir lo mismo.

Miró las fotos y reparó en su deplorable estado, ya ella no lucía así, pero de solo pensar que había pasado por todo ese dolor durante ocho largos meses, la hacía sentir con tanta impotencia, ya que, también sentía que no era mucho lo que podía hacer por ella.

Con cuidado se levantó de la silla, dio unos cuantos pasos por la instancia y pensó en que podía hacer, se miró por uno segundos en el espejo que había empotrado a la pared y volvió a su caminata, viéndose interrumpida por unos cuantos toques en la puerta.

Extrañada, puesto a que nadie solía ir a visitarla, y menos a esas horas; se acercó a la puerta y la abrió lentamente, viéndose sorprendida ante la persona que tenía frente a ella.

—Valery— La saludó, mirándola de pies a cabeza.

Era delgada, de estatura promedio y cabello lacio color caramelo, su piel contrastaba a la perfección con su cabello, en ese tono Moreno natural que también combinaba con sus ojos cafés.

—Disculpe la molestia, pero me preguntaba si podría pasar a conversar con usted— Dijo, en una nota trémula y apagada. Le dio otro rápido vistazo y notó algo más; sus ojos estaban rojizos, y sus mejillas un tanto rojas, demostrando así, que había estado llorando.

—Claro— Se apresuró a decir, guardando todo su desconcierto. Abrió la puerta por completo y extendió un brazo, indicándole que entrara—. Pasa, siéntete cómoda.

Nunca antes había atendido a un estudiante en un lugar que no fuese la sala de entrevistas, en el ala de psicología o su oficina. Pero debía estar abierta por si Valery se sentía más a gusto en aquel lugar, pudiendo así decirle todo lo que necesitaba que soltara.

— ¿Quieres algo se tomar? — Le preguntó, mientras le indicaba donde podía sentarse.

— ¿Café? — Inquirió, mencionando a lo único que la había mantenido cuerda los ocho meses que estuvo secuestrada.

—Eso creo— Se dirigió hasta la pequeña cocina que tenía a su disposición y buscó las papeletas de café que allí no tenía. Tal vez no tendría la misma calidad como el que ella solía consumir en su país, pero trataría de hacerlo lo mejor posible. Colocó los ingredientes en la cafetera y se dedicó a elaborar la bebida.

—Es muy bonita si habitación— Dijo, mirando cada rincón. La luz era calidad, igual que el tapizado rojo y dorado de las paredes, las lámparas combinaban con el tapiz, al igual que las sábanas de la cama, los cojines del sillón y sillas que decoraban la estancia. Los muebles de madera color caoba y detalles en dorado encajaban a la perfección, incluso los marcos de las fotos que tenía eran del mismo color. Todo parecía haber sido acomodado a la perfección, para que la mezcolanza de todos los elementos fuese armónica y transmitiera calidad y seguridad.

Cuando el sol se escondeWhere stories live. Discover now