42. Asesina.

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42.

Cuando el instituto Singüeich fue abierto, junto a los otros cinco; no se esperó nunca que hubiese tantos jóvenes en busca de una ayuda especial, por lo que se vieron en la necesidad de ampliar su personal para una mejor ejecución de las labores.

El instituto Singüeich era el inicio; allí los estudiantes en su mayoría llegarían pensando que irían allí para buscar una mejor educación, pero la realidad era que serían tratados por profesionales contratados por sus propios padres.

Los ricos no querían que sus hijos fuesen internados en cualquier lugar en el que no garantizarán una mejora notable, por lo que decidieron unirse y abrir los seis castillos.

El primero recibiría y trataría los casos relativamente leves y en proceso de estudio. Todo el personal debía de tener un título en psicología o psiquiatría; incluyendo a los maestros y personas que se encargaran de los estudiantes, así estudiarían sus actitudes sin que ellos siquiera se diesen cuenta. Pero, como no todo podría ser perfecto, había algunos estudiantes que sabían a lo que iban, por lo que guardaban ciertas reservas o se mostraban de una forma algo distinta. Todos los ocho sabían que estaban allí para ser tratados de forma psicológica, solo que no todos ellos podrían ser ayudados.

Por otro lado, el segundo castillo trataría a los casos graves de Psicopatía presentados. A partir de ese castillo no existía un instituto, eran internos que debían ser tratados como tal, solo que con ciertas comodidades y atenciones que no se daban en cualquier otro centro.

El tercero era para los casos de sociópata, como eran un selecto grupo de alumnos, estos eran los dos castillos en los que menos personas habitaban, pero aun así, los mantenían alejados uno de otros, siendo reunidos solo para cosas en específico.

Dean nunca pisó alguno de esos dos castillos. Él era demasiado inteligente y astuto como para cómo moverse en la sociedad para no representar una amenaza, como él había otros más que eran tratados por separado en el instituto Singüeich, justo como trataban cualquier otro problema; siendo colocados con los que eran iguales.

En cambio, Nathaniel no era tan calculador, él era más de instintos. El haber vivido con un abusador y problemático que lo había querido moldear a su forma no había ayudado en nada a su trastorno, por lo que en su mente solo vivía un constante pensamiento que debía aplacar para ser más razonable y feliz, porque a pesar de que sus emociones se pudiesen ver limitadas, podía sentir con fuerza lo que era la felicidad, y le gustaba esa sensación, más que muchas otras cosas.

Por último, Stefan había estado en el tercer castillo antes de volver a Singüeich, todo gracias a la masacre que había hecho con la familia de María, pero quién podría culparlo, ellos la habían lastimado, y él haría cualquier cosa por ella, a pesar de que tal vez no pudiesen en estar completamente juntos.

El cuarto castillo, estaba direccionado para aquellas personas que principalmente había llegado a presentar depresión o habían atentado contra ellos mismos debido a la baja autoestima, pocas expectativas en ellos mismos, entre otras cosas. En ese castillo eran más flexibles que en el segundo y tercera, ya que, allí debían distraer y ayudar a los jóvenes para que se reencontraran con ellos mismos y aprendieran a amarse. Megan, María y Akihiro habían estado allí por un tiempo.

Megan había aprendido a amarse y aceptarse con su cabello y color de piel tal cual eran, por eso su personalidad era tan fuerte y segura después de todo eso; Akihiro había dejado atrás todo lo que en su familia le habían enseñado, buscó sus propios deseos y trazó objetivos claros y que pudiesen ser alcanzados, pensando en que él era el único que debía estar conforme con su trabajo, y que solo él mismo tenía derecho de decir cuánto esforzarse para conseguir algo; por último, María había sido distinta, ella pasó de la anorexia a la bulimia, y eso no era un avance real, se seguía odian, seguía viendo la comida como su enemigo, seguía pensando en que debía ser aceptada por los demás antes de tan siquiera llegar a aceptarse ella misma.

Cuando el sol se escondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora