N U E V E

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Evan.

No puedo, no puedo.

Mis manos no pueden evitar tocarla, no he dejado de pensar en ella, en sus labios, en sus ojos, su apariencia de angel y tenerla en esta casa, a mi disposición, con sus labios llamándome, sus ojos atravesando mi alma.

-No puedo estar aquí, señor Beily.

Me molesta mucho escucharla tan distante, cuando en una ocasión fue mía por segundos.

-¿Porqué?

La veo con sus labios entreabiertos, sus ojos mirando los míos.

-Yo...

Sostengo su barbilla, la veo dudar, pero al final, ella toma la decisión y me besa, y yo quiero celebrar con una fiesta.

Le dejo saber que su ataque me gusta pues suelto un gruñido, la siento relajarse bajo mis dedos, así que muevo mis manos a su cintura y la sostengo con fuerza contra mi.

-Jesucristo, angelito, estás volviéndome loco.

Suspira, moviendo su rostro a un lado para darme más espacio que recorrer en su cuello, la siento flexionar sus dedos sobre mi camisa.

-No pu-uedo ha-acer esto.

Mis dientes rozan la piel sensible bajo su oreja, causándole un estremecimiento, sonrío, acariciando su espalda baja.

-¿Quieres que me detenga?

-No...-jadea.

Quizás y solo quizás, esta noche pueda poseerla, quiero lanzar los teléfonos, sonidos, llamadas, cualquier cosa que pueda interrumpir este magnífico espectáculo.

-¿Que quieres que haga entonces, Lexy?

Pongo mi mano entorno a su cuello, siento su garganta moverse, su pulso acelerado y también puedo sentir que le gusta esto, así que aprieto un poco, robándole un gemido. Oh, nena, entiendo.

-No, Lexy, no.-ruega.

Sonrío.-Alexandra, dime, ¿que hago?

La suelto y ella protesta.-¿Qué?

-Dices que no puedes hacer esto, angelito, no puedo obligarte.

Frunce el ceño enojada, pero realmente luce tierna, deja tirado su abrigo sobre el suelo y se sienta en el sillón. Hago lo mismo, me siento a su lado, veo como cruza sus piernas en cuanto me acerco.

-Dije que no te detuvieras...-murmura, y yo suelto una risita, sin poder evitarlo, eso parece molestarle porque busca levantarse, pero en un rápido movimiento, la siento sobre mi regazo, su espalda pegada a mi pecho.-¿Que haces?

Gruño por su roce, olfateo su cabello, lo muevo a un lado para observar su cuello.

-¿Quieres hacer esto? Porque yo me estoy muriendo por hacerlo, Alexandra.-susurro en su oído, la escucho jadear.

Deja caer su cabeza en mi hombro, muevo mis manos y la jalo un poco más cerca, sacándonos un jadeo a ambos por el movimiento.

-Evan...

Oh, es la primera vez que dice mi nombre.

-Dilo de nuevo.

Muevo una de mis manos a sus costillas, donde siento el fin de su sostén. Eleva su pecho.

-Evan.

Gimo, maldita sea, la espera valió la pena, escucharla diciendo mi nombre, con la garganta ronca, y su respiración agitada.

-Levántate.

Lo hace reacia, tensa incluso, me mira, sonrío por su carita confusa. Palmeo mis muslos, indicándole que vuelva a sentarse, esta vez mirándome.

-¿Que?

Sonrío, la tomo de los muslos y la siento sobre mi, la veo cerrar los ojos y abrir los labios inmediatamente.

-Carajo, angelito, eres dulce delirio.

Suspira, poniendo su cabeza en mi hombro. Muevo mis manos hasta el final de su vestido chocolatoso, mueve sus caderas hacía adelante, haciéndome saborear la gloria, sostengo sus glúteos con fuerza.

-Oh.

Vuelvo a su vestido, lo levanto poco a poco, mientras Lexy suelta los botones de mi camisa y mira mi pecho, deseosa. Miro sus labios, me acerco y la beso, su lengua tímida pasa por mi labio inferior y trata de separarse, pero una de mis manos sostiene ahora su nuca y la obligo a seguir con su ataque.

-Dulce angelito.

Muevo mis manos, suelto mi cinturón y el pantalón, le veo dudar, así que me detengo, acaricio su mejilla, rozando mi nariz con la suya.

-Por favor...

Dejo un beso ardiente en sus labios que me seducen todo el tiempo, su cuello que me llama día y noche, su barbilla altanera, me pierdo en sus clavículas pecaminosas.

-Si te vieras en este instante, Alexandra, tus labios rojos e hinchados, tus ojitos endulzantes cerrados, disfrutando de mis besos, eres jodidamente hermosa.

Suspira, perdida, pero abre sus ojos, me da una mirada antes de mover sus manos hasta el inicio de mi ropa interior, deja que su uña me cause un estremecimiento.

-Hazlo, por favor, Evan, ya no puedo más.-susurra en mi oído, haciéndome perder el sentido.

No lo dudo ni un segundo, Lexy se levanta un poco para que pueda apartar mi ropa, veo en el momento justo en el que manda sus pensamientos a volar y se deja llevar por esta burbuja en la que estamos.

Pongo un preservativo, ambos respiramos agitados, en cuanto me aseguro de que esté bien puesto, muevo su ropa interior, una de mis manos sostiene con fuerza su cintura y la otra guía mi miembro a lo que se convertirá en mi nuevo lugar favorito.

Dejo que Lexy lleve el control, dejo que ella se deje caer suavemente sobre mi, gimo en su cuello, ella deja salir un ronco y largo gemido en mi oído que deja mis poros como piel de gallina.

-Oh, Dios, sí.

Trato de guardar la mayor parte del momento en mi mente porque no quiero olvidar esto, pero se complica pues Alexandra Salvatore empieza a moverse sobre mi, adelante y hacía atrás, mientras se sostiene con fuerzas de mis hombros.

-Evan...eso, eso se siente bien.

Se siente divino, pequeño angelito, se siente a gloria, a paraíso.

Sostengo sus gluteos, con fuerzas lo muevo más rápido, haciéndola gemir en repetidas ocasiones, después de ese momento, pierdo noción de tiempo, espacio, todo, nuestras respiraciones, expresiones, y sonidos llenos de deseos prohibidos llenan la casa, se chocan con las paredes y terminan retumbando en el lugar que nos hace producirlos.

-Sí, así, Alexandra, que bien se siente, vas a hacerme correr...

Escucho gemidos entrecortados salir de su linda boquita y aún así quiero más, quiero dárselo todo, aprieto su cuello y muerdo su labio inferior, haciendo que apriete sus ojos. Su rostro se contrae de placer, siento sus piernas temblar.

-Evan, ouh.-Gime, apretando mis hombros, tratando de sostenerse de algo y la entiendo, en su totalidad, el maldito clímax es como una corriente fuerte de agua y si no te sostienes, te va a llevar lejos, a un lugar paradisíaco y completamente adictivo.

Siento su cuerpo tensarse, su espalda sudar y yo no soy indiferente, mi cuerpo se convulsiona antes de soltarlo todo, Lexy muerde mi camisa para no gritar, a pesar de que lo hace pero se pierde en la tela.

-Mierda.-Escupo entre dientes, mi corazón late apresurado, siento mis oídos aturdidos.

Me sostengo con fuerza a su cuerpo, sintiendo sus oleadas junto a las mías.

Xx

Admito que esto lo escribí hace mucho tiempo, y siento que es corto, pero...no, la verdad no tengo una buena excusa, pero prometo que con el tiempo las escenas buenas son un poco más largas.

Adiós, chiquis♡
Por cierto, hoy es mi cumpleaños.

Bella Donna [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora