C A T O R C E

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Justo ahora, siento inmensas ganas de romper una nariz, precisamente la de un hombre imbécil, rubio, ojos grises, nariz perfecta y padre de mi hija. Tras su escena en mi casa, la cual fue que llevó a una docena de periodistas "sin querer".

—No puedo creerte.—Le digo a mi abogado, el cual me llamó hace unos minutos para comunicarme que el abogado de Mauricio usó su poder y me negaron la custodia completa.—No me parece justo, yo lo único que intento ocultando a mi hija es que no la acosen y el muy imbécil lleva a periodistas directamente a mi casa.

—Ya lo sé, Lexy, pero no pude hacer mucho.

Suspiro.—Está bien, Orlando, no te preocupes, ya veremos que hacer.

—Hasta pronto, Lexy.

Cuelgo y quiero lloriquear. Mi hija casi estuvo expuesta a todos, quienes la devorarían como pirañas que son. La hija de una figura pública que ha sido vista con muchos hombres. Ya puedo imaginar las cosas atroces que dirán.

¿Una bastarda? Esta noche salió a la luz la hija de cinco años de nada más y nada menos que la zorra Salvatore, o mejor conocida como Lexy Salvatore.

Me estremezco ante ese pensamiento.

Salgo de la oficina, hacía la de Jacqueline.

—Hola, ¿Jackie ya llegó?

La joven secretaria asiente.—Si, señora, ya está aquí, ¿quiere que la anuncie?

—¿Hace falta?

—No, por supuesto, que no, señora.—Asiento conforme.

Aún así, toco la puerta y espero a que me diga que puedo pasar. Su atractivo rostro se encuentra metido en su computadora.

—Hola, Jackie.

Sonríe inmediatamente.—Hola, Alex.

Señala el asiento frente a ella, así que tomo asiento.

—Te necesito como amiga y como prevención de daños.

Asiente seria, escuchando el tono de voz preocupado que sin querer me sale.

—Claro, te escucho.

Suspiro, acariciando mis sienes.—No sé si lo sabes pero Mauricio fue a mi casa con una docena de periodistas, con la obvia intención de hacer pública a nuestra hija y ¡agh! Se lo dije a mi abogado pero no pudo hacer nada. Es un imbécil, de no ser por Evan, le hubiera roto cada hueso de su cuerpo.

Parece sorprendendida así que inhalo y me dejo caer en el respaldo de la silla.

—¿Evan estaba en tu casa?

Gimo con frustración.—¿Eso es todo lo que entendiste?

Carraspea.—No, entiendo a lo que te refieres, por ley, como Mía es menor de edad, no le sacarán fotos, es ilegal, sin embargo, no se puede evitar que hablen de ti siendo una zorra que ni siquiera sabe quien es el padre.

—¡Ya lo sé!—Me permito lloriquear, porque aunque sé que no puedo evitar toda la vida que vean a mi hija, no quiero que sea comidilla. De mi, pueden decir lo que sea, después de todo, es propaganda gratis.

—Sé que sabes, Alexandra, que no puedes evitar que algún día se sepa de ella.—Asiento.—Tampoco pudiste hacer nada contra él.

—Puedo deducir tu consejo.

Suspira.—Cariño, necesitas sacarla tu misma, decir quien es el padre, porque si esa escoria lo hace primero, no solo tu, sino a niña va a ser como un festín para esos carroñeros, llamados periodistas.

Bella Donna [COMPLETA]Where stories live. Discover now