T R E C E

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Ambos miramos al frente, aún cuando el auto ya está apagado y sumido en un completo, pesado y soez silencio.

—¿Porqué sigues tan callada?

Lo observo, por primera vez desde que salimos de la sala de juntas, donde su lengua hizo enloquecer cada uno de mis sentidos.

—No sé que decir.

Sonríe.—Puedo irme a mi casa, si eso quieres.

No quiero que se vaya, puedo notar que él tampoco quiere hacerlo, en su ojos y en esa parte de su cuerpo que no deja de hacerme suspirar; su entrepierna.

—Pero no quieres irte a casa.

—En efecto, Alexandra, no quiero irme.

¿Tendré algún problema mental si me encanta como dice mi nombre?

Sintiéndome osada, me acerco a su rostro.—Entonces, no te vayas.

Mis ojos bajan a sus labios cuando el inferior se pierde entre sus dientes.

Saca la llave de la ranura y con su mano libre sostiene mis mejillas, sonríe antes de acercarse aún más y plantar un beso tan húmedo, tan lento y tan envolvente en mis labios.

Suspiro, sus labios saben al caramelo que comió hace unos minutos.

Se separa ligeramente.—¿Está tu hija en casa?

Niego.—Está con su padre y Martha libre.

Sonríe con más ganas.—¿Dejarás pasar a este humilde hombre que viene sin ningún tipo de buena intención?

Me sonrojo inevitablemente.—Sí.

Evan sonríe, disfrutando del bobeo, y he de aceptar que también lo disfruto. Me bajo del auto, camino hasta la puerta de mi hogar después de fijarme que él viniera tras de mi y la abro.

—Señor Beily, puede pasar.

—Con mucho gusto, preciosa.

Una vez dentro, enciendo las luces.—¿Quieres más vino?

Señalo la botella en sus manos. Me la tiende y asiente, así que voy a la cocina, tomo dos copas y las sostengo para que Evan sirva el líquido violeta.

—Salud, de nuevo, señor Beily.—Alzo una de mis comisuras sonriendo y bebo.

Evan da un asentimiento ligero, de acuerdo conmigo y bebe. Espero que él de el primer paso, dándole vueltas a el vino en mi copa, porque, soy muy consciente del calor, esa atracción entre nuestros cuerpos luego de esa ardiente situación, la cual va a ser muy difícil de olvidar. Como su paso no llega, sus pensamientos están en la decoración de mi casa, al parecer, aunque también luce afectado, es decir que puede tratarse de una maniobra de relajación. Así que camino hasta el piano a unos pasos de nosotros, muevo un poco el pequeño banquillo y me siento, eso parece llamar su atención.

Acaricio las teclas antes de tocar. Realmente no soy experta, mi hermana lo era, por eso lo conservo conmigo, y bueno, Mia ahora está tomando clases para aprender y parece gustarle, sin embargo, me desenvuelvo bien. ¿Estoy pensando en mi hermana muerta y mi hija en estos momentos? Oh, por Dios, contrólate, Lexy.

Inhalo con fuerza y exhalo despacio, tratando de calmarme.

Se acerca cuando empiezo a tocar al principio torpemente "Die for you" de The weeknd, he de decir, en mi defensa que es una de la pocas que me sé, además de obviamente ser una canción con potencial para ser malinterpretada, más por su melodía. Tarareo porque no se me da cantar, lo siento ponerse a mi espalda, me tenso de inmediato, pero sin dejar de mover mis dedos sobre las teclas, tratando de no desafinar.

Bella Donna [COMPLETA]Where stories live. Discover now