C U A R E N T A Y D O S

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Lexy.

—No se va nada mal, sr. Beily.—Casi sonríe y yo casi soy feliz.

—Usted tampoco se ve mal, sra. Salvatore.—sus ojos conectan con los míos a través del espejo enorme y suspiro, él aparta los suyos y carraspea.—¿Cuando debe usarse este traje?

—Las personas ricas nunca preguntan para qué y como usarlo, si tienes el dinero para costearlo, lo puedes usar hasta para trapear el piso.—asiente otra vez casi sonriendo.—Yo no estaba pensando en cuando ni en donde, cuando estaba trazando las medidas y las formas, solo podía pensar en una cosa...en como el azul realza sus ojos, como se ilumarían con ese color, en la forma y tamaño de tu cuerpo.

Suelta aire entrecortadamente.—He bajado de peso.

Asiento.—Lo he notado, ¿estás comiendo bien?

Hace una mueca de dolor y me acerco, acaricio su mejilla y él se deja hacer.

—No hagas esto, Lexy, no es justo.—Susurra, mirándome y ahí está su alma, puedo verla, me dejó pasar por largos segundos.—No te preocupes por mí, no preguntes por mí, esto...no es justo.

—Me preocupo por ti porque me importas.

Suspira y se echa hacía atrás, alejándome.—Se sorprenderá pero jamás he modelado, ¿algún consejo antes de lanzarme a hacer el ridículo?

También suspiro porque recuerdo que él me quiere lejos y asiento en cuanto a su pregunta.

—Tu espalda recta, nada de exagerar el movimiento de los brazos, no, no, camina con naturalidad, ya posees elegancia.—Suelta una suave risa que me hace sonreír.—Hablo en serio, tienes una bonita forma de caminar.

Hace una reverencia, haciéndome reír.—A ver, inténtalo.

Retrocedo para darle el espacio suficiente para que de una caminata, y empiezo a reír fuertemente cuando exagera sus movimientos y encorva la espalda, luciendo como un simio.

—¡Evan!

También se ríe y mi corazón se acelera, él sigue riendo sin notar que me acerco a él casi por inercia, deja de reír cuando estoy a escasos centímetros.

—Lo siento.—susurra.

—También lo siento.—en definitiva no nos estamos disculpando por lo mismo; yo lo hago porque voy a besarlo y él lo hace por bromear. Recargo mi frente a la suya y apenas rozo sus deliciosos labios, él pone con cuidado su mano en mi mejilla, con su pulgar detiene la unión de nuestros labios.—Déjame hacerlo, por favor, es tan injusto para ti como para mí.

Acaricio su mejilla y también su cabello.

—Lexy...—Advierte con un tono bajo, sensual, provocativo, pero lejano a ser una promesa.

—Ya sé que no quieres volver a verme jamás pero déjame besarte una última vez.—Puedo ver la lucha en su expresión, sin embargo, jadeo cuando con algo de brusquedad me jala hacía él, rompiendo los pocos espacios que quedaban entre nuestros cuerpos. En cuanto aparta su dedo pulgar de mis labios, me lanzo a los suyos, suelta un gemido bajo, me ataca con tal hambre la cual es recíproca.

No nos interesa arruinarnos el peinado o el maquillaje, yo disfruto de cada segundo que su lengua hace contacto con la mía como no podía ser de otra manera, hipnotizante, todo lo era con él. Se separa para tomar aire, nuestras respiraciones son un caos, sus labios están ligeramente rojos por mi labial e hinchados. Dejo caer mi cabeza en su hombro, y lo abrazo, escondo mi nariz en su cuello, a pesar de estar cubierto por las telas del traje, huele a su perfume.

—¿Evan?—Murmuro.

—No, Lexy...—Dice imaginando la pregunta que iba a hacerle.—No he cambiado de opinión, esto es un error.

Bella Donna [COMPLETA]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن