T R E I N T A Y T R E S

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Lexy.

Estiro todo mi cuerpo, sintiéndome levemente adolorida pero demasiado relajada y es una vez hablé de mis sentimientos con Evan, una carga menos había dejado de pesar en mi espalda. Realmente él tiene mi corazón, es como si se hubiera fundido su propio ser para poseer mi alma.

No tengo mucha idea de lo que es estar enamorada, ni un cariño de esta magnitud, porque si bien en su momento amé al idiota de Mauro, lo que siento por el Sr. Beily, no le llega ni a los talones a esto, es tan atrapante, envolvente y delicioso, me transmite una paz increíble.

Abro los ojos para buscar a aquel hombre que definitivamente anoche hizo que experimentara algún tipo de alucinación. Frunzo al ceño al no encontrarlo, su lado de la cama estaba tendido.

—¿Evan?

Me levanto y visto mi bata y verifico que no está dentro del baño.

Camino hasta encontrarme a Martha, quien termina de limpiar la cocina.

—Te diría buenos días, pero al ser la una de la tarde, no sé si seria lo correcto.

La observo muy sonrojada.—Anoche fue una noche demasiado larga, llegué agotada de tanto llorar.

—Es cierto. ¿A que hora volvieron?

—Casi a las 5 de la mañana, Marthita.—Acaricio mis hombros, aún estresada.—Oye, ¿Has visto a Evan? no estaba en la habitación.

Me lanza una mirada de complicidad.—¿Evan duerme contigo?

—¡Martha!—la fulmino.

Ella suelta una carcajada.—Sí, él salió sospechosamente hace un par de horas.

—¿Como que sospechosamente?

—Quizás está comprando unas esposas para atarte.

—¡Ay, ya, Martha, por Dios!—Puedo sentir mis orejas calientes de vergüenza.

—No te hagas, morbosa.—Me lanza el trapo y cae sobre mi rostro.

—Marthita, ya.

Mi teléfono suena, así que descuelgo.—Hola, Jackie, buenas tardes, dime.

Alexandra...—Su tono serio me eriza los poros.—Yo sabía que esto era una bomba en potencia, pero no esperaba que esto sucediera.

—Jackie, disculpa pero no entiendo de lo que hablas. Y realmente me estás preocupando.

Suspira.—A ver, todo esto de Evan...

Eso enciende una luz.—¿Evan? Ahora sí no entendí.

Cariño, concéntrate. El que Evan sea periodista me hizo temblar desde el minuto uno, pero tú te veías muy feliz con él. No esperé que hiciera algo como esto...

Me falta el aire de repente.—¿Q-que?

Solo siento cuando Martha me sostiene, porque mis piernas flaquean.

—¿Lexy?—A penas escucho a Marthita.—Respira, cariño, te vas a desmayar, no tengas un ataque.

¿E-Evan es periodista?

¿Mi Evan?

¿La única persona a la que le entregué mi corazón?

No puede ser...

1.

2.

3.

Respira.

—Inhala, mi niña, exhala, por favor.

¿Lexy?—Escucho a Jackie, y apenas puedo sentir los dedos por lo fuerte que sostengo el teléfono.

Bella Donna [COMPLETA]Where stories live. Discover now