T R E I N T A Y O C H O

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Evan.

—A ver, Evan, Sai già che il mio inglese è terribile e inoltre non so molto, quindi non so come spiegarmi.

Suelto una carcajada.—A ver tu, Erica, déjame ver si entendí.—pienso en lo que me acaba de decir y trato de traducirlo.—mi inglés es malo y no se mucho.

Sonríe porque estoy en lo correcto.—Bien.

—No, ya no lo demás no sé.—se ríe, porque hemos estados practicando ocasionalmente mi italiano, después de todo llevo aquí más de cinco meses.

—¿Como es posible que ya lleves casi medio año aquí y aún no sepas italiano?

Me encojo de hombros mientras espero que ella termine de hacer el desayuno.

Sono un po' un idiota in questo—logro decir y ella suelta una carcajada. Su hijo, Guille entra a la cocina, haciéndonos girar.—¡Guille!

Él sonríe y quita su pequeño sombrero.—Buenos días, signore.

Siediti.—Le ordena sentarse.

Obedece a su madre y se sienta a mi lado.—Le ho portato il diario, signore.

Recibo el periódico que me tiende y le agradezco en italiano.

En las primeras páginas siempre suelen comunicar últimos hecho criminales y noticias gubernamentales sucedidos en las últimas horas, como siempre, leo como puedo las noticias en italiano y paso a la siguiente página cuando me rindo.

"La stilista e imprenditrice Lexy Salvatore, come è conosciuta in Italia, la bella donna, ha rilasciato le sue dichiarazioni sulle ultime novità che la coinvolgono."

Un escalofríos me recorre desde de mi cabeza hasta la planta de mis pies, un rostro extremadamente familiar se deja ver en la foto justo a ese encabezado, y leo su nombre pero no soy capaz de repetirlo, la bella donna, la que una vez fue mí bella donna, o eso creía.

Mi estadía aquí ha ayuda mucho, relacionarme con todo esto, con lo nuevo que he aprendido, el idioma, la cultura, la familiaridad con la que Italia y sus habitantes me ha recibido, no me ha dejado espacio para pensar de más en cierta bella donna, sus ojos verdes seguían pareciéndome fríos, vacíos, pero jodidamente hermosos. Ella ha dejado de atormentar mis noches, a apenas hacer acto de presencia, el ritmo de vida y la forma de verla, ha cambiado también pero sigo sin escribir en el, aún sintiéndome incómodo. Durante los primeros meses, un poco de mí aún guardaba las esperanzas de que ella se diera cuenta de su error y no miento, leí demasiados sitios web en donde ella fuera mencionada, la seguía a todas partes y trataba de saber lo más que pudiese, pero eso ha dejado ser, ya no espero nada de ella, incluso no quiero nada de ella, no después de un año, no cuando su orgullo es así de grande, no cuando pudo solo llamarme, o quizás aún no sabe que no fui yo el que escribió eso sobre Hope, sin embargo, ya no es relevante para mí. Incluso he compartido momentos muy bonitos con Erica, la joven que me cuida, me alimenta y esta al tanto de como me siento en su país, quien además siempre me hace pensar en que debo comer mejor, ya que sigo estando más delgado, Erica me ve como soy, confía en mí, no duda en demostrar algo si hace falta, y sí, aunque eso ha estado solo en la deriva, nunca puesto oficialmente, ella ha estado siempre ahí.

—El desayuno está listo.—Conversamos un poco sobre como salieron las últimas ventas de maíz y sobre la escuela de Guillermo, quien al parece igual que mi princesa Mía es un cerebrito.

Luego de desayunar, Erica me pide unos minutos, así que la sigo hasta su casa, donde me acapara con sus besos, esto era el juego, nos besamos, coqueteamos pero nunca pasamos de ahí, no sexo, no romanticismo, no problemas.

Bella Donna [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora