E P Í L O G O

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Ha pasado un año desde que Italia volvió a ser mi hogar y aún con esa cantidad de tiempo no me acostumbro a despertar justo a tiempo para ver a Evan sin camisa frente al espejo mientras decide que vestir ese día.

Ha estado ganando músculos otra vez, está casi como cuando lo conocí, enorme, y amo cualquiera estado en el que esté, pero admito que adoro pasar mi lengua por sus abdominales aún más marcados y voluminosos.

Cuando se acerca, finjo estar dormida, haciéndolo reír.

—Debes ir a trabajar, anciana, levántate, ya sé que no estás dormida.

Me doy la vuelta para quedar de espaldas a él, aún fingiendo que duermo.

Evan suspira antes de recorrer mi espalda desnuda con sus besos hasta llegar a mi trasero, el cual solo cubre una pequeña pieza de ropa interior.

—¿Te he dicho alguna vez que me encanta tu trasero? Dios, podría morirme cada vez que lo acaricio.—recalcando su punto, estruja con suavidad mis nalgas y deja un beso en una de ellas.

—Angelito, vamos, escuche a Mía correr a la cocina, ya va tarde para sus clases.

Me rindo, en un rápido movimiento lo jalo, él cae acostado y me subo a su regazo, la rugosidad de su pantalón de mezclilla me hace estremecer.

—¿Alguna vez te he dicho que eres muy hermoso y sexy, ardiente y dulce, delicioso y amable?—Recorro la piel de sus brazos llenos de tinta negra, también su pecho, hasta llegar a sus caderas, donde lleva la palabra ángel tatuada.—Dios, nunca obtengo suficiente de usted, señor Beily, ¿como es eso posible?

—No tengo idea, pero en tu defensa, tampoco obtengo suficiente de ti.—acaricia mis piernas hasta subir a mis caderas, cintura hasta detenerse momentáneamente en mis pechos, para luego rodear mi cuello.—No puedo quedarme más tiempo, Alexandra, tengo que ver a los distribuidores en unos minutos.

Hago un puchero y él solo se encarga de enamorarme más con un suave beso con el que me distrae hasta que me deja de pie frente a la puerta del baño.

—Odio que no me esperes para ducharnos juntos.—Sonríe y peina mis cabellos.

—Tu lo que quieres que te folle mientras gastamos el agua que el planeta necesita y como esa idea me encanta, prometo que luego tú y yo tomaremos una ducha larga, ¿estás de acuerdo?

Tras varios minutos, ambos salimos de la habitación, él rodea mi cintura con sus brazos mientras caminamos a la cocina, donde encontramos a Guille jugando con Mía, a su madre y a Martha distribuyéndose las tareas del desayuno mientras cantan una canción de Britney Spears.

—Buenos días.—murmuramos mientras nos separamos, él sirve café en su taza y chocolate en la mía para luego entregármelo mientras yo me acerco para besar el rostro de mi hija y despeinar a Guille.

—Buenos días, niña, niño.—Evan se acerca a Martha y besa su frente, en definitiva su relación ha cambiado, ella lo ve ahora como un hijo.—Mía tiene algo de decirte, niño Evan.

Evan se sienta y Mía se acerca a él, rodeándolo con sus brazos. Mi pequeña está grande, casi diez años y sigo sin creerlo.

Erica y Guille se excusan con que van tarde antes de dejarnos solos.

Bebo de mi chocolate mientras leo el diario, esperando a que Mía hable.

—Hoy es el día del padre...—Inmediatamente levanto mis ojos, Evan también busca mi mirada, sorprendido y asustado. Él acaricia su cabello con cuidado, dándole confianza a que continúe hablando.—Y quería preguntarte si...

Bella Donna [COMPLETA]Where stories live. Discover now