capitulo 31

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Hanna, Dan y Lilyth me observaban desde la sala de la casa de mis padres, yo estaba pacientemente sentado frente a ellos esperando al abogado.

—Chris —la voz de Hanna sonó tímida—. ¿Cómo está Faith?

—Respira por un tubo —le lancé una mirada frívola—. Gracias por preguntar.

Hanna tragó saliva.

—Yo... yo lamento lo que sucedió con el bebé, de verdad me apena mucho, se veía hermosa embarazada.

Dan soltó un bufido.

—Solo dices eso para no quedar como la  mala en esto —le espetó con furia.

—Yo nunca quise que ella perdiera el bebé —le replicó Hanna.

—¡Eres una mentirosa! ¡¿Entonces para qué la amenazaste?! —le gritó Lilyth.

—Yo le dije lo que le escuché decir a papá para que tuviera precaución, no pensé que alguien le fuera a hacer daño —la tonta empezó a llorar, pero eran lágrimas falsas, tan falsas como mi aparente tranquilidad.

—¡Sabes que ellos hablaban en serio! ¿Acaso creiste que era una broma? ¡No puedes ser asi de ingenua! —la cuestionó Dan.

—¡Basta ya! —grité colocándome de pie de un brinco—. Tengo migraña, estoy furioso y muy cansado, por favor guarden silencio hasta que llegue el abogado.

Me arrojé nuevamente al sofá cuando sentí un fuerte mareo y fijé mi mirada en la puerta, Lance apareció corriendo mientras se secaba el sudor de su frente con un pañuelo.

—Lo siento por la tardanza —anunció con una sonrisa—. Veo que ya todos están aquí.

—¿Qué te pasa Lance? Te llevamos esperando desde hace media hora —lo reprendió Lilyth cruzando los brazos.

—Lo siento, el tráfico estaba pesado, las llantas de mi auto estaban pinchadas y el taxi se demoró en llegar —el hombre puso los ojos en blanco antes de sentarse a mi lado—. ¡Muy bien! Hora de hablar claro.

Todos inmediatamente se enderezaron excepto yo, trataba de recuperar el aliento.

—Hora de repartir la herencia —informó el hombre con una sonrisa triunfal mirando a Hanna.

—¿Qué? ¿Cómo que repartir? —preguntó Hanna algo dudosa.

—Todos estuvimos de acuerdo en repartir la herencia de manera equitativa —le dijo Lilyth de manera burlona.

—¿Cuándo?

—Cuando tu padre y Mika decidieron que el dinero de mi abuelo era más importante que la vida de mi bebé —le espeté yo.

—¡No pueden hacer eso! Mi padre dijo que para hacerlo se necesita que haya un mutuo acuerdo, no lo permitiré a menos que mi padre este aquí.

—Entonces llámalo —le dije con frialdad.

—Él no vendrá si tú estás aquí...

—¡Entonces siéntate y cállate! —le espeté.

—¡No vas a hacer algo tan importante como repartir la herencia solo por tu plan de venganza, Chris! ¡No lo permitiré!

—Entonces lárgate, pero hoy vamos a salir de este asunto así no te guste.

Hanna miró hacia todos lados buscando algo de apoyo pero todos simplemente la ignoraron, soltó un gemido y sacó su teléfono.

—¡Papá! van a repartir la herencia ¡Si! ¡¿Puedes creerlo?! —me miró de mala manera—. Si, Chris está aquí; está bien.

Colgó y soltó un suspiro arrojándose al asiento.

sumidos por el placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora