XXXI

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Capítulo XXXI
Casual segunda parte
Oro

El balón cayó en sus muñecas, tan fuertemente que sintió arder la piel del puro golpe, su flequillo le había estorbado a la vista pero logró recibir y levantó el balón en dirección a Jisoo que ya estaba cerca de la red, corrió sintiendo entre los pies la arena debajo de aquella cancha artificial del domo deportivo en Corea. Una gota de sudor caía por su cien y se alegró que no hubiese rodado hacia su ojo.

Jisoo pasó el balón acomodándolo para que ella diera el último golpe, saltó, tan alto como su cuerpo le permitió. La joven más baja pero igual de ágil saltó desde el otro lado, intentando bloquear pero fue en vano, el golpe ya había sido dado y el balón giraba hacia la arena.

Jennie corrió, arrodillándose en la arena para salvar aquel balón de su zona, el balón volvió al juego e Irene que había intentado defender lo tuvo consigo para regresarlo a Jennie y que esta última golpeara.

Jisoo saltó pero fue tarde. Lisa no logró ni estar cerca de parar aquel gran ataque. Se había tirado sobre la arena pero había sido en vano.

El silbato del árbitro sonó. Punto para Corea.

La gente en el recinto gritó, casi coreando a sus dos jugadoras que peleaban por la medalla de oro en aquellos juegos.

Tailandia se mantenía, apenas por un punto abajo. Un golpe más y Corea ganaría.

Lisa respiró al levantarse, la mano amistosa de Jisoo y el abrazo después fue el ánimo que necesitaba.

Oro o plata. No importaba. Ya eran grandes para Tailandia.

Se posicionó. Estar a la defensiva en los últimos puntos siempre causaba bastante presión. Sacudió la poca arena que tenía encima.

Observó a Jennie, preparada para su fuerte saque característico. Hermosa en uniforme deportivo. Concentrada e igual de competitiva que siempre. Jennie sin duda sería una de las personas más importantes que había tenido la dicha de compartir en su vida.

La miró y ella sostuvo la mirada. Sin duda aquella sería la última vez que se verían.

Respiró lento. Ahora había alguien que sin duda alguna llenaba su vida. Miró a un costado fugazmente para no perder la concentración. Allá en las gradas, sin llamar mucho la atención. Una rubia miraba, bajo unos lentes de sol y una gorra negra.

—¿Qué demonios estabas pensando? — gritó Jisoo aquel día de inauguración de los Juegos Olímpicos en Corea. Los guardias la había tomado con fuerza y alejado tanto que apenas logró ver a Rosé desaparecer por el puente bajo el escenario. Jisoo se había arrojado a uno de los guardias pero fue arrastrada como Rebelde sin causa.

Estaba tan asustada. ¿Estaban fuera de la competencia ahora?. Había estado preguntándose todo el tiempo.

En el cuarto donde supuso llevaban a las personas que se besaban con famosos en el escenario ilegalmente, había esperado a que su mejor amiga terminara de gritarle. Un par de sillas, un escritorio y un sofá. Jisoo de pie caminando hacia todos lados, ella en una silla, apenas sentía sus piernas.

—¿Sabes lo que acabas de hacer? — preguntó golpeando su hombro y solo atinó a asentir a aquella pregunta aunque en ese momento lo estaba procesando. Acababa de besar a Park Chaeyoung en el mayor acontecimiento de Corea y el mundo. Un mundo que seguía siendo homofóbico, un país donde repudiaba todo ese estilo y probablemente todo acto fuera de la heteronormativa. Trago con nerviosismo. Había metido la pata. Muy grande. Y había arrastrado a Rosé en ello, su debut como solista posiblemente estaría ya manchado por su gran estupidez.

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