XXVIII

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Recuerdo

Concentrarse era lo más difícil que podía hacer en aquel momento. Miró a Jisoo en posición, esperando el golpe. Solo dos puntos de diferencia tenían con el equipo contrincante e iban perdiendo. Había sido el juego más pesado que había tenido en toda su vida. Debería hacer un saque perfecto para empatar y uno más para ganar. En unos cuantos minutos sabrían si tenían el pase o no a Corea. En ella estaba no perder ese punto.

Tomó aire con todas las fuerzas que pudo reunir en ese instante, le dolía el pecho y la garganta. Había pasado la noche lamentándose en la cama del hotel. Sintió arder dentro de sí todo el malestar acumulado. Sentía desbaratarse, pero debía lograr clasificar. 

No hacía falta mirar a las gradas, no hacia falta volver a cerciorarse como lo había estado haciendo a lo largo de ese juego. Sabía, con certeza, porque su mente lo gritaba dentro cada cierto lapso de tiempo, porque lo sentía, sabía que ella no se encontraba ahí y que tampoco iría, ni siquiera en los últimos minutos. No, se había convencido la primera media hora de juego, con todo el pesar de su alma. No. Se repetía una y otra vez. Ella no aparecería y posiblemente, ni siquiera se encontraba ya en el mismo país. 

- Me estas culpando por algo que has hecho tú. - retumbó aquello en su cabeza mientras miraba el balón en sus manos. Recordó su voz dolida pronunciado aquellas palabras. Un recuerdo que no la había dejado dormir, ni estar en paz mentalmente. 

- Yo no te estoy culpando por nada, Lisa. - Escuchaba la voz quebrada de la rubia contestar. 

- ¿Qué querías desde un principio?

- Conocerte, pero no así. - Escuchó esa voz profunda en su cabeza. 

Giró el balón sobre su mano, mirando al equipo contrario que ya se mantenía en posición para defender. Se acomodó el flequillo para no perder la vista del objetivo. La arena comenzaba a picar en su cuerpo y no solo su malestar creciente en el pecho. Sintió rodar una gota de sudor por su sien. Tomó aire y entonces hizo el saque. Corrió deprisa para tomar posición y estar preparada para el remate. 

- ¿Qué quieres que haga? – recordó preguntarle a Rosé mientras la miraba atentamente. 

- No sé. – Había contestado ella en un hilo de voz, sus brazos cruzados sobre su pecho, abrazándose, a punto de echarse a llorar de nueva cuenta. No era lo que podía soportar en ese momento, verla quebrarse le impedía, por un lado, pensar; por otro, sentir enteramente el enojo que crecía dentro de ella. Quería irse, sin duda, quería salir corriendo y no volver a ver a la modelo. Porque no podía creerle ahora. No con todo este nudo de acontecimientos que seguía sin poder comprender, desenredar y ver cada parte con claridad. Se sentía usada en cierta manera. Como si hubiesen jugado con sus sentimientos. Y estaba convencida de que hacía lo había hecho.

¿Era un juego? Se había preguntado una y otra vez. ¿Tan poco valía ella para Rosé? ¿Tan insignificante era como persona? ¿Era su juguete personal a caso? ¿Cuánto tiempo y por qué?.

- Me voy o me quedo, Rosé... - preguntó, peleando consigo misma, lo último que quería era irse, pero temía quedarse de igual modo. Había reinado el silencio después de eso y las dudas crecían a cada segundo. 

- No lo sé. – Había repetido Rosé después de unos minutos de tensión, con sus ojos inundados por un brillo especial, las lágrimas no tardaría en caer. Resopló con frustración ante la respuesta. 

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