4. Reglas

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Estoy en casa de Mark; mi mejor amigo de la infancia

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Estoy en casa de Mark; mi mejor amigo de la infancia. Él habla y habla, pero no le hago mucho caso, mis pensamientos están en esa hermosa mujer a quien espero ver en un momento.

Solo con pensar en ella el deseo me invade.

No soy un hombre de citas o relaciones, prefiero ser claro y decirlo para no causar malentendidos. Con Dahlia es así; dejamos claras las cosas, pero eso no quita el hecho de que siga con ganas de recorrer su cuerpo.

No me bastó anoche para todo lo que tenía en mente desde que la vi.

—Ponme atención— dice Mark —. Estoy hablando del lugar en que probablemente vayas a vivir, es importante.

—Sí, sí, perdona. No sé dónde tengo la cabeza.

En realidad, sí, pero no es momento de compartir detalles con él. Puede ser un fastidio.

—¿Por qué sonríes como un imbécil? —pregunta con una sonrisa burlona.

—Eso, amigo mío, no es tu problema—miro la hora en mi celular y me pongo en pie —. Ahora disculpa, tengo un compromiso que no puede esperar.

Me observa fijamente, extrañado.

—No te apareces en la entrevista y ahora tienes planes. ¿Conociste a alguien?, ¿Es una cita?

Como si no me conociera.

—Iré a follar—Con una mujer muy sexy—. Solo eso.

—Joder, si acabas de llegar hace unos días.

—Eso no es problema para mí—le guiño un ojo.

Sin decir más, salgo rápido y me dirijo al hotel donde sugirió que nos viéramos.

Siempre soy puntual, es un requisito en mi trabajo y en mi vida. Al llegar, subo a la habitación y le envío el número en un mensaje. Tal como acordamos.

Pido una botella de vino y algunas cosas para comer que no tardan en traer.

Minutos después, llaman a la puerta y mi pulso se acelera. No sé qué tiene esta mujer, pero puedo asegurar que la química sexual entre nosotros es impactante. Si no fuera así, no hubiera pensado siquiera en repetir.

Abro y... Joder, es preciosa; a donde vaya es seguro que no pasa desapercibida. Tiene un aura de mujer decidida, seductora y segura, que me parece cautivante.

Hice bien al chocar ayer con ella. No fue un accidente, pero con lo distraída que iba ni cuenta se dio.

Trae un abrigo rojo, jean negro y botas. Se ve muy bien y todo, pero lo único en lo que pienso es en cómo quitarle todo eso...

No me doy cuenta que estoy mirándola como un idiota hasta que carraspea y se cruza de brazos alzando una ceja.

—¿Seguirás babeando o ya puedo pasar? —se burla.

En los brazos de otro [COMPLETA] Where stories live. Discover now