46- Necesito estar sola esta noche

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En cuanto termino de hablar, todo pasa en cámara lenta

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En cuanto termino de hablar, todo pasa en cámara lenta.

Bajo del estrado como si estuviera programada para hacerlo, mis piernas me fallan y tambaleo. Mark me ayuda.

No puedo levantar la cabeza, no puedo mirar a Sebastián después de esto. Me da vergüenza.

No es que crea que él vaya a juzgarme, porque tengo claro que lo que pasó no fue mi culpa. Es otro tipo de vergüenza, esa que te da cuando te caes por accidente en la calle y claro, fue un accidente, pero solo quieres que te trague el mundo. Es algo así, pero diez mil veces peor.

No planee que él lo supiera nunca.

Es doloroso verlo aquí, esto lo cambia todo.

Yo sé el tipo de persona que es él, sé que sólo quiere apoyarme, pero es que, no puedo. Ya no puedo.

Me gustaba la mujer que era cuando estaba a su lado; segura, confiada, pero ya no es lo mismo. Hasta aquí llegó todo.

Jamás me mirará igual. Las cosas, queramos o no, cambiarán y si hay algo que odio, es la lástima.

El video es lo peor, no quise verlo antes, pero por alguna razón, ahora no puedo apartar la mirada.

Soy yo, pero es como ver a otra persona.

El juez empieza a hablar, la sala está en completo silencio y yo puedo escuchar mi corazón bombeando con fuerza.

Volteo a ver a Sebastián, tiene los ojos rojos y vidriosos. Muerdo mi labio y solo niego, sin saber que decir o hacer.

Dictan el veredicto y muchos aplauden como si la victoria fuera suya. Hipócritas. Eso es lo que son. Un par de horas antes estaban ahí sentados juzgándome con la mirada. Murmurando por lo bajo.

Ni siquiera llamaría a esto victoria, porque tuve que pagar un precio y uno muy alto. Revivir aquello que me costó tanto dejar atrás. Volver a ver las manos de esos hombres por mi cuerpo, recordar las asquerosidades que me decían, los golpes, el tiempo sin mi niña y aquel tiempo en que estaba muriendo por dentro.

Mark me abraza, pero no correspondo. No puedo moverme.

Miro al hombre con el que estuve casada por seis años, al hombre por el que daba la vida. En sus ojos hay... Dolor.

¿Se arrepentirá?, ¿Tendrá la capacidad de sentir algo que no sea hacia sí mismo?

Sebastián se lanza hacia él y agarrándolo por el cuello comienza a golpearlo. Mark le grita que se detenga, pero él no escucha.

Me siento entumida.

Ya tuve suficiente por hoy, así tras soltar un largo suspiro, doy media vuelta y antes de salir de ahí escucho a Benjamín gritar.

—Lo lamento.

¿Qué es lo que lamentas? Quisiera preguntar, pero no serviría de nada.

En los brazos de otro [COMPLETA] Where stories live. Discover now