8 - Quédate

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Despierto con Dahlia envuelta en mis brazos, sigue dormida

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Despierto con Dahlia envuelta en mis brazos, sigue dormida. Se remueve un poco antes de abrir los ojos soñolienta y darme una pequeña sonrisa. Está sin maquillaje, cabello revuelto y lo único que cubre su cuerpo es la sabana.

Joder, si es bella...

—Buenos días, preciosa—beso sus labios lentamente.

—Buenos días—responde con voz baja—. ¿Qué hora es?

Me fijo en el reloj que tengo en la mesa de noche. No sé en qué momento nos quedamos dormidos.

—Doce y veinte.

Se levanta de un salto llevándose la sabana consigo. Sonrío con burla.

Cómo si hubiera algo que no haya visto...

Saca su celular del bolso y masculla un «Mierda».

—Tengo que irme—dice preocupada—. Ya voy tarde al trabajo.

—¿No se supone que eres tú la dueña? —pregunto apoyando mis codos para levantarme un poco.

—Si, pero...

—Tómate el día —la interrumpo—. No te he visto en toda la semana.

Sé que lo nuestro no es serio. Ella tiene una hija a la que atender, aparte de su trabajo y puedo entenderlo. Es solo que... me sorprende un poco lo complicada que es para aceptar que nos veamos, así solo sea para follar.

Lo piensa un poco antes de tomar una bocanada de aire y responder.

—Solo hasta las cinco. Después tengo que ir con mi hija.

Sonrío.

—Bien —salgo de la cama y me acerco a ella tomando su cara entre mis manos—. Ahora relájate y vamos por algo de comer—la beso y ella sonríe.

Me pongo un bóxer y voy a la cocinar a ver que puedo preparar, no es que tenga muchas opciones, lo primero es echar a andar la cafetera.

Dahlia viene hablando por teléfono, usando la camiseta que le pasé para dormir y no usó. Aunque le quede grande; se ve sexy, sobre todo cómo luce esas piernas.

—John, solo llámame en caso de extrema urgencia—continúa con su llamada—. Si, si, está bien—hace una pausa—. Gracias, igual para ti—cuelga.

—¿Qué desayunas normalmente? —pregunta.

—Café—contesto—. Pero puedo pedir algo si quieres...

Rebusca en la cocina como si estuviera en su casa y por alguna extraña razón, no me molesta.

Si Mark me viera ahora definitivamente se burlaría de mí.

En los brazos de otro [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora