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Salgo de su oficina con la frente en alto

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Salgo de su oficina con la frente en alto.

Ya dijimos lo que teníamos que decir.

Se terminó.

El camino hasta mi casa lo hago en modo automático. Como si no fuera yo quien condujera, como si estuviera paralizada.

Me encuentro a Martha al llegar, fuerzo una sonrisa y me avisa que Anne está con Lía en el parque, así que me dirijo a la biblioteca.

Mi lugar sagrado.

Cierro la puerta detrás de mí y pego mi espalda en ella.

Ahora que estoy aquí, sola, puedo dejar las apariencias fuera y ser solo yo. Aquí es donde puedo permitirme sentir.

¡Mierda! ¡Soy tan estúpida!

El aire me falta, mi pecho sube y baja acelerado, como si así fuera a respirar mejor. El enojo conmigo misma puede más, dejo de lado la careta que acostumbro a llevar cada día fingiendo que estoy bien y me desmorono.

No estoy bien, no soy fuerte.

No puedo serlo siempre.

La rabia oprime mi pecho y maldigo una y otra vez la jodida suerte que llevo. Puedo sentir la ira corriendo a través de mí, en cada parte de mi cuerpo.

«Estoy harta, estoy harta, estoy harta»

Caigo de rodillas al suelo alfombrado y lloro cubriendo mi cara con ambas manos. Siento tanta impotencia por toda la jodida situación que traigo encima.

Y no, no solo es por Sebastián.

Es como si de repente, todo se me juntara justo ahora. Lloro por mi maldito matrimonio, por el hijo de puta de mi esposo, por lo jodido que será conseguir el divorcio y lloro también por mi hija; que al ser tan pequeña aún no sabe la clase de padre que tiene.

Y sí, hay una parte de mí que también sufre por Sebastián y por lo estúpida que fui.

Ha sido tanto el tiempo en el que he tenido que ser fuerte...que ya no puedo más. Mi pecho se sacude ante el llanto, pero esta vez no me detengo.

Dejo que las lágrimas fluyan, ya las guarde demasiado tiempo.

Aun temblando me pongo en pie y voy hasta uno de los sofás que suelo usar para leer. Agarro un cojín y me aferro a él, continúo llorando con pequeños espasmos que sacuden mi cuerpo.

Me siento tan sola. Siempre estoy sola.

Me quedo sumida en mis pensamientos y por momentos el llanto vuelve. Cuestiono cada decisión que he tomado a lo largo de mi vida, y puedo decir que en la mayoría no me arrepiento, no cuando tengo una hija maravillosa. Todo lo que pasó con Ben no fue culpa mía. Fue de él. Él tiró por la borda nuestro matrimonio cuando...

En los brazos de otro [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora