| ᴀᴜ ᴇsᴄᴏʟᴀʀᴇs | ʀᴏᴍᴀɴᴄᴇ ᴘsɪᴄᴏʟóɢɪᴄᴏ |
❝ La enfermedad del amor existe, consiste en intensos sentimientos y la necesidad de ser correspondido por esa otra persona. Llegando al punto donde el paciente pierde la noción de individualismo... si es que a...
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❝Solo estoy tratando de respirar, solo estoy tratando de entenderlo, porque he construido estos muros para verlos derrumbarse.❞
Black Vail Brides | Lost ItAll
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La destruida habitación de Midoriya no se parecía en nada al cuarto que siempre estaba perfectamente ordenado con los libros en los estantes correspondientes, las figuras de acción sobre un mueble, la ropa doblada dentro del armario y la cama bien hecha.
Entre tanto desastre siquiera era capaz de encontrarse al chico de cabellos rizados, solo se sabía que estaba en ese sitio por los amortiguados sollozos.
Izuku permanecía en un rincón de su habitación abrazando sus piernas con fuerza contra el torso mientras lloraba sin ninguna clase de control, bastaba con ver de reojo el citatorio de la policía tirado junto a su escritorio para recordarle el motivo por el cual estaba tan triste y solo pensar en esa persona se sentía incapaz de sentirse bien consigo mismo.
Nunca fue bueno mintiendo, incluso durante su infancia y ahora la culpa que fue acumulando sobre sus hombros poco a poco iban en aumento, desde la primera vez que miró a su amigo de la infancia a los ojos y le mintió descaradamente estuvo destinado a terminar de esa manera. Deshecho, ahogado en sus propias culpas, rodeado de arrepentimiento y sintiéndose incapaz de seguir con el plan.
De reojo fue capaz de ver una foto donde estaba junto a Kacchan en su primer día de clases.
A rastras se acercó a la caja de fotografías para mirar una por una cada imagen hasta detenerse en las recientes donde estaba con sus mejores amigos e incluso una nueva junto a sus dos hermanos, a pesar de que Bakugō estaba allí a regañadientes, era una preciada foto.
Un sollozo se escapó de sus labios al ver una imagen en particular donde estaba junto a aquella persona que no volvería y de nuevo la desgracia se cernió sobre sus hombros.
Hizo a un lado aquella caja para envolverse en la chaqueta de uno de sus amigos más cercanos para sentirse menos solo en esa enorme casa, se abrazó a sí mismo manteniendo la espalda contra el borde de la cama e intentando en vano dejar de llorar, cuanto más se esforzaba, menos ganas tenía de reprimir sus sentimientos.
¿Cuántas veces estuvo en esa misma posición recordando el inconmensurable odio de su hermanastro? ¿Cuántas veces esas paredes los vieron llorar por culpa de sus decisiones? ¿Cuántas veces estuvo observando fijamente la ventana en su cuarto preguntándose si todo sería mejor si tuviera la valentía de tirarse? ¿Cuántas veces quiso acallar sus pensamientos manteniéndose ocupado con cualquier pequeña cosa?
Midoriya se deslizó hasta recostarse sobre el frío suelo del cuarto, ignorando que estaba peligrosamente cerca de los restos de un vaso roto.
En algún momento y de alguna forma, las lágrimas dejaron de caer, aunque la tristeza estaba más que presente, la situación actual era mucho más deprimente que las veces donde discutía con Katsuki, mucho más.
