| 22. тнιѕ gaмe poιѕonѕ мe |

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❝Soy tan adicto a todo lo que hacescuando bajas por mi cuerpo, ohlos sonidos que haces, los suspirosque tomas, no hay nada mejor

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Soy tan adicto a todo lo que haces
cuando bajas por mi cuerpo, oh
los sonidos que haces, los suspiros
que tomas, no hay nada mejor.❞

Saving Abel | Addicted

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La casa donde Kaminari pasó su infancia era como un pequeño mundo aparte, alejado del bullicio de la ciudad, los transeúntes yendo de un lado a otro y las redes sociales, no porque no hubiera señal, sino que estando entre tanta tranquilidad relajarse era sencillo.

En medio de la madrugada, el quinceañero despertó sintiendo un poco de sed y al ver a su lado pudo admirar el rostro adormilado de Bakugō y a Reina durmiendo a los pies de la cama.

Besando de manera fugaz la mejilla de su ahora novio, salió de la comodidad de las mantas agarrando su teléfono y se envolvió en una sudadera deportiva que estaba a mano en ese momento.

Reina se removió inquieta ante la ausencia de su dueño y levantó la cabeza, con una sonrisa traviesa, Denki le indicó que guardara silencio y a pesar de ello, la perra no dudó en saltar fuera de la cama con un poco de agresividad, por suerte, Katsuki siguió durmiendo tranquilamente.

Ambos se alejaron del cuarto caminando lado a lado.

La hermosa labradora era la fiel compañera de la abuela Kaminari, verla era una suave caricia para el alma del adolescente y no dudó en descender las escaleras mientras le hablaba, acariciaba su cabeza y después hacía señas con sus dedos para guardar silencio, a pesar de que el que más ruido hacía era el mismo chico.

Una vez estuvieron en la cocina, Denki sirvió una pequeña porción de comida en el plato de Reina y luego de llenar un vaso con jugo de fresas, se recostó en el borde del alféizar de la ventana en el comedor, observando desde su posición la piscina con luces blancas.

El frío de la noche calaba hasta sus huesos y en vista de que ahora no tenía tanto sueño, decidió prepararse una taza con té de manzanilla y poder dormir bien.

Cuando su bonita taza con dibujos de conejos estuvo repleta de aquel líquido, Denki sujetó entre sus manos el recipiente con azúcar y desechó una gran cantidad, porque prefiere siempre las bebidas dulces. Con la taza caliente entre sus manos, envuelto en la sudadera de Bakugō y un chándal de su abuela que encontró en las sillas de la cocina, regresó a su lugar en el borde del alféizar en posición de loto, con las piernas cruzadas una sobre la otra y disfrutando del té.

Los primeros sorbos fueron refrescantes y perfectos para una noche como esa, la presencia de Reina a su lado comiendo de manera ruidosa le recordaba en su infancia, en especial el bonito perfume de su abuela y aquella fragancia natural que poseía la finca, todo era sumamente perfecto.

Lovesick Boys © || BakukamiWo Geschichten leben. Entdecke jetzt